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El misterio detrás de las terroríficas caretas de la decoradora del barrio Rebolo

La mujer tenía el don de ver a los muertos.

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Cuando apreciamos el arte de fabricar cerámicas, muchos podemos recordar con añoranza cómo en la antigua Barranquilla estos objetos eran protegidos en las casas como un tesoro de gran valor sentimental. Algunas estaban puestas encima de televisores o repisas de las habitaciones, mientras que otras se podían apreciar en forma de extraños rostros colgados en las paredes, inspirados en misteriosas mujeres y animales.

Sobre estas antiguas decoraciones existe una historia extraña y escalofriante, surgida de un taller de cerámicas en el barrio Rebolo, donde había algo más que barniz y pinturas. Allí una joven decoradora, recreaba los rostros de los espíritus o muertos en sus cerámicas. El grupo Costa Paranormal investigó a fondo este suceso lleno de magia negra.

CARETAS EN HONOR A LOS MUERTOS

Las caretas de muertos es una historia que se puede escuchar entre los habitantes del antiguo Rebolo. Este hecho causó conmoción en este popular sector barranquillero, y se relaciona con una mujer llamada Leonor, quien en los 90 hacía cerámicas en su taller ubicado en el patio de su casa. De ella se decía que desde pequeña sufría mucho porque tenía el poder de ver a los muertos,un don que habría heredado de su abuela y su madre, ambas dedicadas a la brujería. Leonor podía leer las cartas, y comunicarse con los muertos. En sus años de juventud vivía atormentada hasta que encontró tranquilidad en el arte de la cerámica; pero según lo que relatan los ancianos del barrio para crear sus piezas no utilizaba la imaginación, sino su cualidad para ver el más allá, así que se especulaba que hacía sus cerámicas o caretas con los rostros de los muertos que veía, dejaba una silla vacía delante ella y empezaba a moldear rostros como si tuviera alguien al frente. Se relata que siempre colocaba en la repisa superior de su ventana la careta con el rostro de una mujer con mirada intrigante, pero muchos vecinos atestiguaban que cuando pasaban por el ventanal, la careta sonreía retorcidamente y con su mirada los seguía y hasta les picaba el ojo. Estos sustos y fenómenos hicieron que una tarde de noviembre una turba rompiera los vidrios de la ventana para destruir las caretas, ya que según ellos eran diabólicas.

Al ver a Leonor aprisionada, cuentan algunos vecinos que varias de estas caretas arrugaban el rostro y hablaban con voz ronca. Inmediatamente el cielo se oscureció y cayó un centellazo que apartó a la gente del taller de cerámicas. Según la leyenda, al día siguiente Leonor amaneció muerta en su cama, y muchos que estuvieron en la turba contra Leonor, empezaron a morir de manera extraña. “Mi mamá me contó que fue una turba grande la que atacó a Leonor, pero ella no se metió por miedo, ya que ella era la reina de la magia negra”.

EL MANIQUÍ DEL NIÑO EN EL CENTRO

Se dice que las cerámicas y rostros de pared de Leonor adornaron muchas casas en el pasado; pero también se cuenta de un maniquí en especial que fabricó esta misteriosa mujer, el cual fue a parar a un reconocido almacén ubicado en el Centro. Muchos aseguran que da la sensación de que siempre llorara, ya que se le ven los ojos aguados.Según el testimonio de un niño que pasaba por el lugar, escuchó que el maniquí le dijo: "¡Quiero vivir como tú y estar con mi mamá!". “Ese niño salió corriendo y llorando por el pasillo”,cuenta Efraín Gutiérrez, antiguo vendedor de almacén donde permanece el enigmático maniquí.