Historias

ESPECIAL | York Estilos, a imponer su talento en México

El peluquero barranquillero fue llamado a enseñar y a mostrar su arte

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A punto de regresar e instalarse en México a iniciar lo que él considera una nueva vida, Jorge Luis Padilla Valle aún cree que está viviendo un sueño del que de un momento a otro puede despertar, sin saber a ciencia cierta cuál va a ser el final.

Joa llave, es que todavía no me las creo. Vengo de muy abajo, y de pronto se me abren todas estas puertas. Esto me asusta, pero voy con mucha fe en Dios”, dice Padilla con ese dejo peculiar de bacán barranquillero, que se escucha en el hablar de mucha gente de barriada.

Este personaje es el mismo ‘York Estilo’, un acreditado peluquero dueño de una vasta clientela; muy popular en el sur de la ciudad donde ha alcanzado fama por la destreza con que maneja las cuchillas y máquinas de su oficio.

Su fuerte son los diseños de cortes de cabellos con figuras exóticas, que llevan su impronta personal, y que causan sensación entre la juventud de esos, y otros muchos sectores de la urbe.

Además, es dueño de un carisma muy particular que le ayuda a granjear con mucha facilidad no solo clientes, sino amigos.

Este profesional regresa a México a establecerse definitivamente en Querétaro, donde participó los días 17 y 18 de junio pasado como jurado en un concurso de peluqueros, que allá llaman ‘Batalla de barberos’.

Además de ejercer como juez, a ‘York’ le tocó oficiar como conferencista por dos días más, pues su trabajo gustó tanto que lo conminaron a que les dictara charlas sobre su trabajo, las tendencias y el estilo que le imprime a cada corte que él considera “unas obras de arte sobre cuero cabelludo”.

El trabajo de este barranquillero venía siendo seguido desde México a través de las redes sociales Facebook e Instagram por Miguel Urbano, empresario dueño de la cadena de academias de belleza ‘Resplandor’.

El mexicano le cursó la invitación al evento. “Cuando estaba en Bogotá montado en el avión para viajar a México tampoco me las creía. ‘Eche, estoy es soñando’, me decía a mí mismo. Era la primera que montaba en avión, la primera vez que salía del país, muchas emociones juntas”, expresa el profesional de 43 años.

Su papel en el país manito impactó tanto que recibió oferta de Urbano para que se trastee a Querétaro a desarrollar todo su potencial como peluquero y maestro en la cadena de academias ‘Resplandor’.

Ellos quedaron impactados por las figuras, la rapidez de mis motiladas, y el corte nítido. ‘Este colombiano sabe mucho’, me decían. Le caí bien a la gente, de ahí la oferta que considero muy buena”, asegura en diálogo con AL DÍA.

Esta coyuntura profesional que Padilla Valle está viviendo, la califica como un logro de la constancia de un trabajo que lleva 26 años, y una vida llena de muchos sacrificios, privaciones, dolores y frustraciones.

Nací y me crié en el barrio Carrizal, en una pobreza extrema, en un hogar disfuncional, pues mi padre era alcohólico y drogadicto que nos abandonó por el vicio cuando yo tenía 13 años”, rememora.

Solo llegué hasta noveno grado, no había para pagarme colegio, libros, ni ropa para vestirme. En Navidad me escondía, no salía de la casa, porque no tenía ropa para estrenar como los demás niños de la cuadra. Fue muy duro”, agrega.

Padilla también dice que a pesar de vivir en un barrio con influencia de muchos sectores convulsionados, no cayó en la tentación de la droga o la delincuencia.

Con semejante ejemplo en la casa cómo iba a seguir esos pasos, me puse fue a buscar la forma de salir adelante”.

En ese momento quedó solo con su madre, Nancy Valle, y su hermana Diana. Para tener con qué comer le tocó limpiar patios de vecinos, hacer mandados y hasta recibir los alimentos que estos dejaban de un día para otro. “Los ‘calentaos’ que uno llama, o las ‘sobras’, pero que nos ayudaban mucho”, dice también.

En ese dramático momento de su vida Jorge Luis Padilla Valle recuerda que su distracción era visitar a unos vecinos de San Andrés, que montaron una peluquería para jóvenes y escuchaban mucho reggae.

En realidad iba por la música, pero me quedaba viendo con atención lo que hacían. Sin embargo, jamás se me pasó por la mente ser peluquero”, manifiesta.

De un día para otro los sanandresanos hicieron maletas y regresaron a su isla casi sin avisar. “Ellos habían ganado mucha clientela y toda esa gente quedó a la deriva, sin que nadie los atendiera. Fue entonces cuando muchos me animaron: ‘Ey York, ¿por qué no motilas ¿No le aprendiste nada a esos manes? Atrévete’. La idea me gustaba, pero me asustaba al mismo tiempo por temor a embarrarla. Entonces tuve el apoyo de dos amigos: Celio Pérez y Luis Alberto Bolaños, que se prestaron para mis dos primeros cortes. Los motilé a escondidas y les gustó, y comenzó a regarse en el barrio lo que yo hacía. La gente empezó a llegar y me cogí más confianza. Motilaba en el patio de mi casa, que era una ‘mediagua’, el espejo era un pedazo de vidrio partido”, dice ahora entre risas, como si aquello hubiese sido una travesura infantil.

Pero como esto aún no era suficiente para sobrevivir, empezó a desempeñarse como cuidador de carros en un restaurante de la calle 74 con 45, y luego celador nocturno del mismo establecimiento. Con lo que ganó ahí compró su primera barbera.

Pero el local cerró, y comenzó una nueva actividad: obrero de la construcción. “A tirar concreto, con galón en el hombro, a subir y bajar piso a pie”.

Como ‘concretero’ también empezó a tomar forma su labor de peluquero, que no había olvidado. “En los descansos de mediodía motilaba a los compañeros de la obra, la calidad de mi trabajo se extendió a otras construcciones y los obreros de esas venían a que los motilara. Era un billete extra que me entraba”, dice.

Un día cualquiera el ingeniero donde trabajaba lo descubrió motilando. “Quedó fascinado, al punto que me llevó a su casa a que lo motilara a él y a sus hijos. Luego me ‘ascendió’ de puesto en la obra, como supervisor”.

Con un cargo menos agotador, ‘York’ continuó motilando a la clientela de su barrio. “Llegaba a las 7 de la noche menos cansado, y empezaba a motilar. La gente me esperaba”.

Su reputación creció tanto que un amigo le insistió a que se dedicara de lleno a la peluquería. “Él me dijo que en el barrio 7 de Abril una señora había cerrado una peluquería porque no podía atenderla, que iba a hablar con ella para que me la diera. Así fue como dejé la construcción y me instalé en la Peluquería Leonor, mi primer local oficial como peluquero”.

Allí duró un año, pero como las ganancias debía dividirlas con la propietaria del local, decidió independizarse y regresar a su casa. Con los ahorros que logró, y un millón de pesos que consiguió con un prestadiario, construyó un cuarto más cómodo en el patio, con abanico, y hasta allá lo siguió su fiel clientela.

PELUQUERO DEL JUNIOR

En ese momento, año 2000, Freddy Arrieta, jugador de las inferiores de Junior se hizo novio de Diana, la hermana de ‘York’. Aprovechando esa coyuntura sentimental le propuso al deportista que lo relacioneara con los jugadores del Tiburón para hacerlos sus clientes.

No fue fácil porque ellos tenían uno oficial que le decían ‘la Maqui’, pero este man un día les falló porque ellos se motilaban para cada partido. Así que mi cuñado me llevó al Hotel Country Norte donde estaban concentrados. Motilé a 15 jugadores ese día, a Macnelly Torres, Javier Flórez, Lin Carlos Henry, Ballesteros, entre otros. Yo cobraba en el barrio $3 mil, y los jugadores me pagaron $10 mil más propinas, que llegaron hasta $20 mil, como la de Macnelly”.

‘York’ desplaza a ‘la Maqui’ en el gusto de los jugadores de Junior, que incluso lo visitaban en su local de Carrizal. “Me gané toda esa clientela, toda la nómina de Junior se motilaba conmigo. Incluso a veces dormía en la concentración motilándonos de noche. Una vez el técnico Miranovic me descubrió y me expulsó. Fue cuando los jugadores se venían para Carrizal. Imagínate como se ponía el barrio cuando esos manes llegaban”, recuerda complacido.

La situación de violencia entre pandillas lo hizo salir de su casa en Carrizal y trastear la peluquería al barrio Los Robles, donde la tiene ahora con ‘todos los juguetes’ con el nombre de York Stilos, la Súper Barber.

Aquí me he consolidado, llevo ya siete años y viene gente de todos los barrios de la ciudad. Cuando llegué fue que me interesé en las redes sociales, que me sirvieron para mostrar mi talento, y ahora a punto de dar este importante paso personal, profesional y familiar, como es el de radicarme en México”.

Jorge Luis Padilla Valle viaja este miércoles al país manito a dejar de nuevo en alto el nombre de Barranquilla y Colombia. ¡Buena suerte ‘York’!