Historias

Fedecafé: en las entrañas del negocio de celulares robados

Sijín de la Policía indica que quien los compra incurre en delitos.

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Para la delincuencia en Barranquilla una vida vale lo que cuesta un celular. A un hampón le resulta rentable invertir en el mercado negro 4.000 pesos por una bala para su arma, encarar a un desprevenido ciudadano en la calle, amenazarlo para que le entregue el teléfono móvil, dispararle si se opone y salir triunfante con el aparato.

Mientras los que comercian con celulares robados están en sus locales, frescos, prósperos, esperando el nuevo botín; en las calles corren ríos de sangre inocente. Como la del profesor de Lenguas Ricardo Alfonso Pacheco Soto, de 33 años, asesinado hace exactamente 10 días en el barrio La Unión. Por cada uno de estos artefactos electrónicos los asesinos no reciben más de 300.000 pesos. Eso es lo máximo que les pagan en centros de acopio como Fedecafé, donde la Sijín hizo el 16 de abril, tres días después del homicidio del profesor, 10 allanamientos con la Fiscalía de Estructura de Apoyo de Barranquilla.


Los Samsung tienen el Imei en un sticker detrás de la batería.| Foto: Al Día


El negocio allí —a juzgar por lo conocido por AL DÍA— funciona como mafias. Alguien de adentro, uno de los cientos de comerciantes que ocupan los 450 locales distribuidos en los seis pisos del edificio, se atrevió a contar los secretos no tan secretos del comercio de celulares robados.

“Lo primero que te voy a decir es que no hay un zar. En cualquier local pueden comprar un teléfono de estos. Puede que lo traiga una persona que se lo encontró o un ‘cosquillero’. Ya uno conoce quiénes son los ladrones. Todos saben”, le dijo la fuente a un periodista de AL DÍA.

Precisamente los ‘cosquilleros’ — ladrones que son capaces de sacar de bolsos y pantalones dinero y objetos de valor— son los principales surtidores de teléfonos móviles hurtados en Fedecafé. Llegan temprano, a las 8:30 a.m., después de la ‘hora pico’, tras haber hecho de las suyas en buses repletos de trabajadores y estudiantes.


Subintendente William Santamaría Ulloa explicando cómo identificar | Foto: Al Día

“Afuerita de aquí, en las puertas de acceso, hay personas a las que llamamos ‘calanchines’. Ellos también conocen al ‘cosquillero’, al ladrón. Solo basta con un cruce de palabras: ‘¿habla, qué traes por ahí?’, ‘traigo de todo’. Y listo, llevan a los manes hasta el local. El ‘calanchín’ gana su comisión por ambos lados”.

En el cara a cara se fija un precio, muchas veces es el 25 por ciento del valor del precio de fábrica. Y disminuye si, por ejemplo, ya está reportado o no está en buen estado. “Si nuevo cuesta un millón de pesos. Yo le doy 250.000 pesos. Le libero el código Imei al teléfono, lo formateo y lo dejo ‘al pelo’. Lo vendo al doble de lo que lo compré, esa la idea, ganarle el doble”. Según la fuente, que un celular que legalmente cuesta un millón de pesos se comercialice de segunda, robado, en 500.000 pesos es una “oportunidad de negocio, en la que gana el que vende y el que compra, que se lleva un celular de alta gama a precio de baja gama, ponerlo barato es una forma de salir de esa bomba de tiempo”. La ‘garantía’ que ofrecen es de funcionalidad, es decir, “que funcione bien”. Si es robado o no, no les importa. Tampoco se lo dicen al que llega a comprarlo.

Lo más rentable para ellos es la venta, pero si el Imei no puede ser desbloqueado, cogen el aparato para repuesto. El Imei (del inglés International Mobile Station Equipment Identity, que traduce identidad internacional de equipo móvil) es un código numérico pregrabado en los celulares. Algo así como la placa en los vehículos o las cédulas de ciudadanías, son personales e intransferibles. Desbloquearlo también constituye en un negocio ilícito, incluso nacional e internacional.

“Es con una cajita, un software. Cuesta 10.000 pesos la liberada. También hay otra modalidad, se denomina a ‘crédito’, que es más costosa y se hace remotamente desde otras ciudades del país e incluso del exterior. Por lo general uno usa Imei de celulares en desuso, los clonamos y se lo programamos al equipo robado. O al azar, cambiándoles los últimos tres números”.

Los planes de la Policía Metropolitana

Según cifras manejadas por la Estrategia Contra el Hurto de Celulares de la Sijín de la Policía Metropolitana, coordinada por el subintendente William Santamaría Ulloa y el patrullero Ricardo Sierra Clavijo, desde el primero de enero de este año hasta el 19 de abril se habían presentado ante las autoridades 741 denuncias por robo de celulares. De acuerdo con las estadísticas de este grupo policial, el año pasado en el mismo período se registraron 1.187.

“Se han reducido las denuncias en 38 por ciento. Además, hemos logrado 346 capturas, 42 más que el año pasado. Cabe destacar también que se han recuperado 356 equipos telefónicos y se han devuelto a sus dueños y hemos incautado otros 139”, informó Santamaría.

Para los integrantes de este grupo, que se creó en 2012 a nivel nacional por orden de presidencia a efectos de reducir los índices de hurto de terminales móviles, las personas que compran celulares robados desconocen que están incurriendo en un delito solo por adquirir a mitad de precio un teléfono de alta gama.

Es una cadena: el que lo roba, puede caer por hurto calificado, agravado, etc, según cómo lo robe; el comerciante que lo compra, incurre en el delito de receptación y si formatea el Imei y el software del equipo se configura otro hecho delictivo: manipulación de equipo terminal móvil, contemplado en el artículo 105 de la Ley 1453 de 2011. Si se captura en flagrancia y no tiene licencia para el celular enfrentará cargos además por violación a los derechos patrimoniales de autor. Pero hay más: el ciudadano que se lo compre al comerciante de Fedecafé también puede ir a la cárcel por receptación. “La estrategia contra el hurto de celulares obliga a las patrullas de la Policía de vigilancia a que, en un procedimiento de requisa y verificación de antecedentes, los uniformados le pidan al ciudadano que les enseñe el Imei de su celular. Estos verifican en la página www.imeicolombia.com.co y si aparece reportado como hurtado el portador será capturado de inmediato”, señaló Santamaría.

Los investigadores explicaron que para ‘curarse en salud’ y no verse involucrado en un delito, la persona que desee comprar un celular debe seguir los siguientes pasos:

* Debe comprarlo en un lugar autorizado por el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, que otorga licencias a establecimientos legalmente constituidos. El formato de autorización del MinTic debe estar en un lugar visible en el local.

* Exigir la factura del equipo, en la que esté descrito el Imei del mismo.

* Cerciorarse que el Imei electrónico (el número que sale en la pantalla del celular luego de marcar *#06#) sea el mismo que está en la factura y en la parte trasera del aparato (si es Samsung detrás de la batería, si es Iphone, en la tapita).

* Verificar el estado del Imei en la página web www.imeicolombia.com. co. Si aparece reportado en la base de datos negativa, como hurtado o extraviado, abstenerse de comprarlo. “Si aparece reportado, ya es decisión del ciudadano si lo compra. Eso sí, que recuerde que está incurriendo en el delito de receptación (artículo 447 del Código Penal), que da de 4 a 12 años de cárcel y multa de 6.66 a 750 salarios mínimos legales mensuales vigentes. La gente tiene que sensibilizarse: si no hay demanda, se acaba la oferta y por ende, se les acaba el negocio a estos delincuentes”, recalcó el subintendente Santamaría

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