Historias

Los junioristas de las Farc

Crónica desde el campamento, en la última conferencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

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Dairo no conoce Barranquilla; sin embargo, sueña con entrar por primera vez al estadio Metropolitano Roberto Meléndez. Su acento caqueteño y el amor por el Putumayo disfrazan al rojiblanco que lleva adentro del corazón; según dice, un corazón tiburón. “El Junior es el mejor equipo de Colombia, mano”, declara con convicción.

De sus 31 años de edad, este guerrillero del Bloque Sur ha vivido 12 como combatiente de las Farc. Recuerda que a los 19 ya tenía orden de captura de la Fiscalía por ser simpatizante de la causa revolucionaria.

Charlie Cordero

Cuenta que su apellido real es Ruíz, pero que en las filas se lo cambió por Sánchez, “aunque ahora me dicen Tovar”. Su nombre real es incierto, solo existe en un registro civil ya que nunca tuvo cédula y duda si en su retorno a la vida civil aquel nombre vuelva a ser suyo, aún no está seguro si lo volverá a usar.

Afirma que sus camaradas lo molestan por su pasión futbolera y que lo han cogido de “goce” por los consecutivos subcampeonatos del equipo barranquillero.

“El año pasado con el Medellín me gritaban que los tigres se iban a comer al tiburón”, dice riendo. Esa final ha sido la única que ha podido ver por televisión, la movilidad constante de la tropa hace difícil seguir los partidos, pero su radio no lo abandona y a través de ella escuchó las tres estrellas que el equipo amado de curramba ha bordado en su escudo desde que se adentró en la selva.

“Ya está bueno mano, son siete finales que hemos perdido, pero ahí siempre está Junior”, dice ante la mirada incrédula de un compañero de labores, hincha de Nacional.

Charlie Cordero

Dairo vive en el campamento del Bloque Sur. Para llegar ahí, hay que subir hasta el área de la conferencia y tomar el camino de tierra bermeja y piedras. Son unos 10 minutos a pie bajo el calcinante sol del Yarí.

Echando un tinto, este combatiente de las Farc señala que lo que quiere después de dejar las armas es dedicarse al campo; que si tiene la oportunidad de estudiar algo sería mecánica automotriz y espera conocer los resultados de la X Conferencia para saber dónde se va a ubicar y continuar la lucha como movimiento político.

El Cartagenero del campamento Oriental

“Este tiro tiene una historia de 52 años de lucha”, dijo el guerrillero Germán Díaz mientras mostraba una bala de su fusil AK-47, que junto con una pistola Prieto Baretta 7 milímetros hace parte de su dotación.

Charlie Cordero

Germán es cartagenero y lleva 17 años en la guerrilla, la última vez que viajó a La Heroica fue hace 15 años cuando sacó la cédula. En ese viaje vio por última vez a su mamá, que lo creyó muerto durante mucho tiempo. Se considera un tiburón de la selva que cambió el mar del Caribe por los montes del Guaviare, pero que conserva el apego a su tierra a través del equipo de sus amores, el Junior de Barranquilla.

Su nombre verdadero es Luis Alberto, el cual espera volver a usar una vez se acabe esta guerra. Salió de Cartagena a los 8 años con su abuelita y una tía que vivía en el Guaviare, desde los 13 comenzó a visitar campamentos guerrilleros y actualmente es comandante de escuadra.

Charlie Cordero

Germán dice que el título que más celebró fue la final de 2004 en la que Junior le ganó a Nacional en el Atanasio Girardot. Esa en la que Walter Ribonetto marcó gol en el minuto 85 para poner el marcador global 5 a 5 y forzar la tanda de penales que culminaría con el disparo certero de Martín “el Toro” Arzuaga que trajo la quinta estrella.

Después del adiós final a las armas, cuando las Farc empiecen su trasegar político, Germán sueña con volver a su tierra, aunque no para quedarse. Su deseo es reencontrarse con su mamá y poder llegar a Barranquilla para asistir al ‘Metro’ a un partido del Junior.

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