Historias

Murió el "Tarzán" colombiano, el hombre que vivió 33 años en el bosque

Por huir del ELN se acostumbró a vivir entre la maleza y los animales salvajes.

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Ochenta y tres años tenía

Jesús Antonio Gallego

, o como lo conocían todos,

“Toñito”

. Vestido con taparrabos y unas botas pantaneras, vivió más de tres décadas entre las quebradas y la maleza de la Serranía de San Lucas.

En los 70’s llegó a Simití, Bolívar desde Guarne, Antioquia, a trabajar como carpintero. Siempre fue servicial y logró ganarse el cariño de la gente del lugar según cuenta el periodista Félix Quintero quien escribió la historia para El Tiempo.

El único que pudo conversar con él luego de vivir por completo en el bosque fue

José Eulises Castaño

, conocido en la zona como

“Liche”

.

“Liche” recuerda que el carpintero trabajó como promotor de salud y peluquero en el corregimiento hasta que fue nombrado inspector de la Policía en una época difícil en la que el ELN estaba cazando a los inspectores de la zona y había asesinado a seis de ellos en municipios vecinos.

“Él entró en depresión por lo que les había sucedido a los otros inspectores y se sentía perseguido. Un día decidió esconderse en el monte para evitar ser atacado por los subversivos, pero como pasaron varios meses, la comunidad decidió buscarlo y llevarlo a Medellín con su familia. En dos oportunidades lo sacaron del monte y lo sometieron a tratamientos psiquiátricos, pero él retornaba a la serranía y allá se quedó para siempre, relató “Liche” a El Tiempo.

Serranía de San Lucas. | Caficosta

“Toñito” nunca se volvió a sentir cómodo en la vida que tenía antes, por eso siempre regresó al lugar en el que se sentía seguro, el bosque. No vivía en un solo sitio específico. Se alimentaba de tortugas y liebres que aprendió a cazar. Lo que más consumía eran plantas aromáticas y piñas.

Luego de su segunda fuga, “Toñito” le dejó en un árbol un mensaje a su único amigo, “Liche”. Con carbón le escribió sobre madera que si lo podía ayudar periódicamente con un poco de arroz, algunos enlatados, dulces y leche en polvo.

El campesino cada seis meses cumplía su petición. Muchas veces se dañaron los alimentos por la inseguridad de “Toñito” al bajar la Serranía y encontrarse con cultivadores que se paseaban por la zona.

Una vez lo hirieron en una pierna a causa de un combate entre grupos armados. “Liche” asegura que le dejó medicamentes y vitaminas y este le contestó que no los necesitaba. “Se curó él mismo con hojas de varios árboles que recolectaba y conocía muy bien”, agregó.

Agencia Prensa Rural

Se camuflaba muy bien entre la maleza. Cuando veía a los campesinos estos cuentan que corría y se escondía como si fuera un animal huyendo de su cazador. Nadie conocía la zona mejor que él, ni siquiera los guerrilleros o los paramilitares.

“Nadie lo podía seguir, ni la persona más experimentada ni la más joven. Era imposible alcanzarlo y ubicarlo, aseguró su fiel amigo.

Vivir a punta de enlatados, dulces, leche en polvo y arroz, además de las múltiples enfermedades a las que se está expuesto en la intemperie, le empezó a pasar la cuenta a “Toñito”. En las últimas semanas cuando “Liche” le dejó su paquete semestral, el “Tarzán” de Bolívar no recogió las bolsas, situación que le preocupó tanto a su amigo que decidió internarse a buscarlo en el espeso bosque.

Lo encontraron muerto mientras algunas aves de rapiña consumían lo poco que quedaba de él. “Murió en su ley, al lado de los animales que lo alimentaron y en el lugar que convirtió en su hogar”, finalizó “Liche”.