¿Qué Pasa?

ESPECIAL | Conozcan cómo piensan y actúan lo criminales sexuales

A propósito del aberrante caso de Gabriela Andrea Romero Cabarcas

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“Para el perverso sexual las lágrimas y la sangre del amante son un atractivo indispensable para su felicidad”.

(Donatien A Francaise, Marqués de Sade,1740-1814).

Casos como el trágicamente sucedido con la estudiante del Sena Gabriela Andrea Romero Cabarcas y a otras jóvenes victimas del acusado violador Levith Aldemar Rúa Rodríguez, alertan a la sociedad acerca de la existencia de peligrosos personajes que amparados en la farsa y la simulación, se aprovechan a través de las redes sociales de la ingenuidad de muchachitas inexpertas para abusar sexualmente de ellas con tan nefastas consecuencias.

AGRESIVIDAD Y SEXUALIDAD

El psicópata sexual (antes simplemente llamado “sádico”) posee una personalidad en la que patológicamente están unidas la agresividad y la sexualidad. La violencia forma parte indispensable de su componente sexual, por lo que en muchos de los casos hay violaciones y torturas.

[Ver: Estos son los sanguinarios asesinos más famosos de la historia]

En estos delitos sádico-sexuales la persona no mata para defenderse o para robar, sino que alcanza una satisfacción en hacer sufrir y dañar a la víctima, la cual casi siempre es desconocida. Precisamente el nombre de la desviación sexual llamada sadismo proviene del tristemente célebre personaje francés de hace un par de siglos (Donatien A Francaise, Marqués de Sade), que con sus escandalosas y aberrantes conductas sexuales pregonaba que el individuo solo llega a su pleno deleite mediante la mortificación y la vejación física o mental de su amante.

CARACTERÍSTICAS

El psicópata sexual es una persona egoísta, que funciona con base en el beneficio que ellos obtienen de los demás. Suelen ser carismáticos y “encantadores”, por lo que caen muy bien con su simpatía y conversación envolvente.

Pero lo peor viene por dentro… no tienen remordimientos y manipulan y utilizan a sus víctimas hasta conseguir lo que quieren. Son egocéntricos e incapaces de amar, ya que no se pueden conectar emocionalmente con otras personas. Tienen serias dificultades para manejar sus impulsos y no tienen conciencia de enfermedad. Para estos individuos el sexo es un juego muy calculado y frío.

Son expertos en, sin ningún remordimiento, seducir, mentir y jugar con sus inocentes víctimas hasta obtener la satisfacción de sus necesidades. Su vida sexual suele ser poco sana dado que carece de matiz emocional y no respeta a la otra persona. Algo que caracteriza a estos criminales sexuales es que sus delitos están cargados de características compulsivas (impulsos incontrolables), siendo repetitivamente estereotipadas las formas en que los perpetran.

Sus conductas son expresión de una apremiante necesidad interna, realizada sin lógica, pero con cierta premeditación, con la que buscan obtener alivios a sus instintos eróticos.

Según los estudios psiquiátricos, la estructura familiar de un criminal sexual suele tener antecedentes de violencia, separaciones, alcoholismo drogadicción, desviaciones sexuales en progenitores.

En efecto, muchos de ellos poseen antecedentes de maltrato infantil y violencia intrafamiliar. Es más, en el surgimiento de estas aberraciones sexuales los especialistasconsideran muy negativo en la formación de la personalidad las conductas paternas o maternas de dormir (desnudos o semi-desnudos) con los hijos, o bañarse con ellos hasta edades avanzadas de la adolescencia, el hacinamiento y el cambiarse las ropas sin recato o andar semidesnudos delante de ellos.

A veces esto se acompaña de abrazos de cariño legítimamente filial, pero que pueden ser tomadas por el joven como francas caricias corporales de seducción que luego cuando adultos inconscientemente tratarán de repetir en sus víctimas infantiles o juveniles. Ya para terminar digamos que lamentablemente, según las leyes actuales, en Colombia mientras al psicópata sexual se le puede condenar a unos 60 años de prisión el único condenado a muerte es…la víctima.

Por:

Roque Herrera M.