¿Qué Pasa?

ESPECIAL | Un picachú, darle salchipapa, jerga del hampa en Barranquilla

Conozca cómo hablan los criminales y la razón de ser de sus expresiones.

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Cuidado si se cruza con alguien que habla por teléfono y le ordena a su interlocutor que “le pre - pare una salchipapa”. Pueda que no se refiera a la popular comida chatarra, y tal vez sea un criminal fraguando como desmembrar a uno de sus enemigos. “Está para un picachú”, “utiliza el ochito”, “hay que desactívarlo”, o “dale viaje con una nueve y su chupo”, son algunas de las expresiones más comunes de la jerga del hampa local referentes a la comisión de delitos.

Pero ¿qué buscan al expresarse así? ¿Cuál es el propósito al emplear estos vocablos y giros del lenguaje? Según expertos lingüistas consulta - dos por AL DÍA, con este argot peculiar y particular los criminales pretenden hermetismo, practicidad, e incluso, identidad.

“Estas personas usan un discurso bastante restringido, que es jergal por - que es cerrado, pertenece al esquema que han creado para que nadie los en - tienda, y entre ellos puedan captar la codificación del mensaje”, precisó Alejandro Espinoza, catedrático de la Universidad Autónoma del Caribe, magister en lingüística y doctorante en ciencias humanas.

En uno de los trabajos publicados por este medio sobre bandas criminales en Barranquilla, se mostró cómo Dionisio Frías, alias Gordo 40, realizaba conferencias vía celular con sus secuaces. El diálogo era codificado, con mensajes que si son sacados del contexto resultan difíciles de comprender. “Ponme en altavoz. Ayer descubrimos un ‘hueco’.

El señor Nilton y el señor Erwin estaban cobrando por los lados de la calle 17 en un asadero de carne, pedían $200 mil de ‘inscripción’. (…) Al que nos pillemos lo ‘desactivamos’”, ex - presó el delincuente, cabecilla de los 40 Negritos. “Para no dejar rastros de sus actividades, vemos cómo el sujeto habla de ‘hueco’, y no de un desfalco por parte de sus mismos subordinados; luego menciona una ‘inscripción’, que no es más que el inicio del cobro de una extorsión.

Ellos hacen esto para despistar a quienes puedan estar detrás de sus actividades, sean autoridades u otros criminales”, explicó un investigador judicial. Sin saberlo —al menos no con la pro - piedad académica del caso—, estos delincuentes aplican uno de los postulados del sociólogo y lingüista británico Basil Bernstein: Teoría de los Códigos Sociolingüísticos.

“Como son grupos al margen de la ley pretenden ocultar sus acciones con su propio discurso, con una estructura lingüística para comunicarse, lo que Bernstein llama ‘discursos restringidos’, en los que ellos solos se entienden, que con decir dos o tres palabras significan muchas cosas”, agregó Espinoza.

Lo que explica el catedrático queda evidenciado en que cada banda criminal o grupo delincuencial puede referirse a un mismo hecho de diferentes maneras, pues no existe una homogeneidad en los códigos, más que aquel que ellos establezcan, es decir, que ‘Gordo 40’ pueda que se refiera a la acción de matar con el término ‘desactivar’, mientras que para otro delincuente ese mismo hecho es relacionable con otra palabra, como ocurre a continuación.

“Si el ‘poste’ dice que adentro, donde sea, ahí fue, ahí fue, pero si entran, entran a lo suicida, ¡a lo hijue...!, que ese man se tiene que ‘ir de viaje’, no me van a salir con regueros, ni cagaleras, ni una mon…”, le dijo alias Rey, uno de los cabecillas de ‘los Papalópez’, a una de sus compinches al ordenar un homicidio. “El tipo menciona que deben ‘darle viaje’ a un sujeto, por no dejar por sentado que van a matarlo, no es más. Aquí incluso es más palpable que la idea es no dejar de forma explícita su actividad criminal, lo que a la larga no vale mucho, pues en el contexto de la investigación se entiende que pretenden matar a un sujeto”, añadió el investigador.

¿Pero de dónde salen esas palabras? ¿Cuál es la reflexión que los lleva a establecer esos códigos? Para Alejandro Espinoza el asunto no es complejo en este sentido, pues detalla que la implementación de esa jerga está vinculada al desarrollo de ‘x’ conversación, en la que el contexto de la misma marca los significados de las palabras.

“No es que se pongan de acuerdo para hablar de una u otra forma, solo que hay un discurso implícito que automáticamente se relaciona con el hecho en sí, si habla de destrozar a una persona dicen ‘salchipapa’, ellos saben porque está dentro del contexto, en la misma línea de la significación”, argumentó el docente universitario.

“En la teoría de los starter se explica que en el inicio de la conversación, las personas establecen de qué están hablando, se forja una conexión en el significado, en el sentido mismo, para que tú adquieras los signos de la conversación”, explicó el doctorante. Pero ¿qué impacto tiene esta jerga en la sociedad? ¿Son códigos que se quedan en llamadas telefónicas o trascienden a la cotidianidad de un barrio? De ser así, de tener trascendencia en la sociedad, pasaría a formar parte de un marco lingüístico macro tendencioso hacia la violencia.

“A partir de los elementos de poder se imprime una lengua por encima de otra, es decir, que en el juego de varias culturas puede darse una cultura que tenga mayor poder que la otra”, aseguró Harold Ballesteros Valencia, semiólogo-investigador, magister en ciencias de la comunicación y docente de la Universidad de la Costa.

“En este caso las lenguas que priman son las que tienen dominio económico, o en su defecto una posición superior por efectos de violencia, por ejemplo pandillas, organizaciones delincuenciales, a partir de eso imprimen una especie de práctica lingüística distinta y naturalmente para niños y jóvenes, estos que tienen poder, son su ejemplo, el que esperan les dé el mismo poder”, precisó Ballesteros.

“Estas pandillas seguirán manejando esa jerga, porque les hace que los diálogos sean prácticos, rápidos, pero sobre todo propios, los identifica y ellos aprenden a reconocerse incluso por eso, así las cosas tenemos que será un práctica natural y constante”, concluyó a su vez el investigador de la Fiscalía que habló con AL DÍA.