¿Qué Pasa?

La macabra obsesión que llevó a este hombre a asesinar a su hija y herir a su expareja

El hombre tenía una relación con Mistelva Sesiath desde hace ocho años.

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La típica frase de “si no eres para mí, no serás para nadie”, tan usual en casos de feminicidios de pareja, tuvo otra aplicación en la tragedia de la noche del lunes en Malam­bo; donde un hombre mató a su hija de 5 años, hirió a su mujer y luego se suicidó.

El individuo, identificado como Carlos Alberto Ávila Conde, de 50 años; le lanzó la expresión a su exmujer Mistelva Se­siath Sejín, de 39, cuando disputaban la tenencia de la menor, hija de ambos: “Si la niña no es para mí, tampoco sera para ti”. Acto seguido atacó a la mujer, se di­rigió al cuarto donde estaba la pequeña y la mató a cuchilladas. Después se hirió a sí mismo con la misma arma.

El conflicto entre la pareja lo originó la decisión de Mistelva de separarse defini­tivamente de Ávila Conde.

Esta decidió la separación y el sujeto comenzó a reclamarle la custodia de la niña fruto de la unión que mantuvieron.

Los dramáticos hechos ocurrieron en­tre 6:30 y 7 de la noche en la casa de la pa­reja, calle 10A No. 5Asur-37, barrio Mi­raflores (Malambo).

DESOLACIÓN TRAS EL HORROR

AL DÍA tuvo este martes acceso al escenario del lamentable episodio, la vivienda en la que hacía 4 años y 4 meses convivie­ron Carlos y Mistelva. Allí todavía era palpable el horror desatado durante la fatídica noche.

La reja forzada, orificios en el tejado, manchas oscuras de sangre seca; man­tienen latente el terror que padeció Mis­telva al ser apuñalada por su expareja y presenciar el asesinato de su hija.

“Nos tocó limpiar la casa, porque todo estaba lleno de sangre. Les pedí a los fa­miliares de la mujer que trastearan los muebles para evitar que se metieran a robar”, dijo Hugo Noguera, propietario de la residencia que había tomado en arriendo Ávila Conde.

“Parecía como si el diablo hubiera en­trado a esa casa”, recordó una vecina.

Mistelva tenía múltiples heridas en ambos brazos y antebrazos, al parecer recibidas en su intento de protegerse del brutal ataque. Pero la alcanzó a herir en el pulmón derecho, lesión que hoy la tie­ne en estado crítico en la UCI de la Clí­nica Campbell de la 14.

Con su expareja desangrándose fue que Ávila lanzó la funesta sentencia: “Si la niña no es para mí, tampoco será para ti”, y corrió a matarla.

“Se fue al cuarto donde estaba la niña y le dio dos puñaladas”, contó Amanda Miranda, tía de Mistelva. Posteriormen­te Ávila Conde se cortó el cuello.

La inocente niña fue trasladada al Hospital de Malambo, donde murió. Ávi­la tuvo el mismo final en el Hospital Uni­versidad del Norte.

LA HISTORIA DE UNA TORTURA EN SILENCIO

Mistelva Sesiath Sejín conoció a Carlos Alberto Ávila Conde hace ocho años en el barrio Los Nogales, donde ella laboraba como empleada domés­tica; y él se desempeñaba en trabajos de albañilería.

La pareja se unió y Mistelva tuvo un parto fallido. Tiempo después nació la niña de los dos. Se mudaron al barrio Miraflores, a la casa donde ocurrió la tra­gedia.

Todo parecía marchar bien hasta que comenzaron los inconvenientes con Ávila. “El año pasado nos enteramos de que Carlos tenía problemas con mi her­mana y por eso ella se dejó con él, pero a los pocos días volvieron, la convenció y regresaron”, expresó Melisa Meza Mi­randa, hermana de Mistelva.

Al parecer Ávila continuó con los in­convenientes y la paciencia de Mistelva se agotó. “El caso fue llevado a la Fiscalía y el proceso estaba en marcha”, continuó Meza Miranda.

“Mistelva se decidió a dejarlo, llevaba 10 días viviendo conmigo mientras bus­caba donde quedarse”, precisó Lorena Rolong, amiga de la mujer. “La familia no sabía, pero ella sí me lo contaba a mí. Ese tipo la tenía amenazada, siempre la trataba mal”, añadió Rolong.

¿QUÉ FUE A BUSCAR A ESA CASA?

Sejín y Ávila ya no tenían nada más que el vínculo de padres de una niña. “Esa casa pasaba encerrada desde hacían días, porque la alegría ahí era la bebecita. Cuando se fue Mistelva eso quedó deso­lado”, anotó un vecino.

La separación iba tan en serio que Mis­telva se presentó la noche del lunes a la casa para recoger la ropa.

“Cuando ella llegó él empezó a gritarla, a decirle que no se iba a llevar a la niña. Ella le contestaba y después pasó lo que pasó”, agregó el vecino.

“Nadie pensó que eso pudiera ocurrir. Él era un tipo poco sociable, hasta gro­sero podría decirse, diferente a Mistelva, pero era difícil creer que ocurriera esto”, finalizó el habitante del sector.

AL DÍA contactó a los familiares de Ávila Conde, pero optaron por no dar declaraciones.