¿Qué Pasa?

El barranquillero que con sus trazos realistas dejó huella en México

Su perseverancia y talento le han permitido avanzar en este arte y afrontar diferentes retos a lo largo de su vida.

Compartir en:
Por:

A dos cuadras de su casa, en el barrio José Antonio Galán, en Barranquilla, Denilson Castellar Avendaño tiene su propio estudio de tatuajes. Él y unos amigos decidieron arrendar una residencia al lado de un puesto de comidas rápidas para adecuar un espacio en el que pudieran recibir a sus clientes por cita.

Una gran pared con un grafiti urbano al costado de las escaleras es lo primero que se ve al ingresar. Al subir, una venta de ropa masculina llama la atención. Todo el lugar parece haber sido decorado por jóvenes con rasgos irreverentes.

En el tercer piso de la casa se ubica el espacio de Denilson: una habitación pequeña, pero acogedora, donde el barranquillero permanece la mayor parte de sus días.

En ese lugar, Denilson tiene la oportunidad de desplegar al máximo su creatividad y cumplir a diario el sueño con el que se gana la vida. “Tatuar para vivir y vivir para tatuar” es la filosofía del joven de 20 años que el pasado 17 de octubre ganó en la categoría de Realismo en la Mexico Tattoo Convention 2021.

“Yo quedé en blanco en ese momento porque había muchos artistas y trabajos, así que no podía creer que era yo el ganador”, dijo a EL HERALDO.

Durante dos días, Castellar expuso su trabajo ante los ojos de cientos de personas que transitaron por el prestigioso evento que se celebra anualmente en territorio azteca. En esta convención los asistentes pueden ver de cerca el trabajo de los artistas y apreciar muy íntimamente este arte.

El estudiante de Artes Plásticas de la Universidad del Atlántico, que antes se formó en las Casas Distritales de Cultura y en la EDA en el programa de Dibujo, viajó gracias al apoyo de un amigo puertorriqueño que tiene varios estudios de tatuaje en tierra boricua.

Denilson empacó en una maleta su ropa, zapatos, utensilios de trabajo y lo más importante: la dosis de perseverancia y positivismo que lo caracteriza.

Con este logro, el tatuador regresó más convencido de que quiere pasar el resto de su vida con máquina y tinta en mano.

El reto más grande

Su gusto por los tatuajes inició cuando tenía 13 años. ‘Ballolo’, un reconocido tatuador de Barranquilla que también vive en el barrio José Antonio Galán, fue el maestro de Denilson Castellar.

“Yo pinto desde que tengo uso de conciencia. Me gustaba hacer retratos, por ejemplo, dibujaba a mi abuelo cuando llegaba borracho a la casa. Pero mi gusto realmente empezó cuando ‘Ballolo’ llegó a mi casa a mostrarle unos dibujos y tatuajes a mi papá”, recordó.

Aunque desde siempre supo que lo suyo sería el arte, sus padres no estaban de acuerdo con que fuera un artista del tatuaje. Ambos se opusieron rotundamente a que su hijo se “desviara” por ese camino que en la sociedad “continúa siendo tabú”.

“Es natural en nosotros los padres proyectar a nuestros hijos en unas carreras más convencionales del ámbito laboral. A veces el tatuaje no es bien visto en la sociedad y por eso nosotros al principio no queríamos”, contó Alexander Castellar, papá de Denilson.

El joven barranquillero recuerda, además, que en el tiempo en el que empezó a enamorarse de los tatuajes también comenzó a fallar en el colegio. Mientras sus notas calificativas bajaban, el descontento de sus papás crecía. Sin embargo, su pasión fue más grande y siguió adelante con una máquina casera que él mismo creó.

“Mi primer tatuaje fue una mariposa que le hice a una amiga de mi mamá, a los 15 años. Le cobré $15.000. Ese mismo tatuaje sale hoy en $150.000 o $200.000”.

Al ver la perseverancia, talento y devoción de aquel niño soñador, sus papás empezaron a notar que de nada serviría truncarle su sueño. Así que decidieron apoyarlo. El primer regalo fue una máquina para tatuar de gama baja que pidieron en China y que compraron con “mucho esfuerzo”.

“Cuando él comenzó a hacer los primeros tatuajes y creó sus redes sociales, había personas que lo admiraban y me decían que tenía mucho talento. Yo tampoco quería ser quien arruinara sus ganas de salir adelante y por eso reflexioné y comencé a ser un poco más flexible”, expresó Alexander.

Ahora, su familia es su apoyo número uno y además la motivación de Denilson. La noticia de su victoria en México fue un momento de felicidad y gratitud para sus padres, quienes se sienten orgullosos de su hijo.

“Cuando él se fue a México algo en mí me decía que iba a ganar, yo lo puse en oración y le dije a Dios: sé tú el que camine con él. Él hizo un grupo en WhatsApp y nos dio la noticia. Todos nos inundamos de mucha felicidad porque los logros de un hijo también son los de uno”, dijo el padre de Denilson.

Su próximo escalón

Cada vez que va a dejar su marca imborrable en un nuevo lienzo, Denilson realiza el mismo proceso.

Primero diseña el tatuaje en su Tablet, luego imprime el boceto y rasura la zona del cuerpo donde va a tatuar. Seguidamente, arma la mesa donde pone todos los implementos y los desinfecta. Forrar la camilla es el último paso para iniciar con los trazos.

Cada cuerpo es un nuevo reto para el artista, por eso pretende seguirlo haciendo. Su proyección es dar a conocer su talento en Latinoamérica y el mundo. México fue su primer paso. A través de su trabajo artístico quiere brindarle un “buen futuro” a la hija que viene en camino.

“Mi pareja tiene 5 meses de embarazo y por eso quiero llevar mi arte lejos, brindarle lo mejor que pueda a mi hija, darle una calidad de vida diferente”, puntualizó Denilson.

El próximo escalón del barranquillero es convertirse en papá y continuar ejerciendo su labor para poder entregarle “lo mejor” a su familia y clientes.