El maestro Joe Quijano, pionero de la pachanga, vivía agradecido con el pueblo barranquillero por el respaldo que siempre le brindó a su obra musical. Así lo manifestó en diálogo exclusivo con AL DÍA desde su casa en Isla Verde (San Juan de Puerto Rico), que publicamos el 6 de diciembre de 2015. Se refirió a su carrera, su faceta como vendedor de discos, su amor platónico, Celia Cruz, y los recuerdos que guarda de Barranquilla.
Esta es la entrevista con Joe Quijano (Q.E.P.D.)
¿Hasta cuándo piensa seguir en la música?
El pasado 27 septiembre cumplí 80 años y me ronda la idea de retirarme de la música. Esto no lo he hecho oficial, pero lo considero por dos razones: una, la edad, ya está bueno de tanta salsa, de tanto mambo, cha cha chá y pachanga. La música te mantiene vivo, es una de sus cualidades, y aún me siento dinámico para otras actividades, pero no para seguir en tarima, porque tengo una esclerosis múltiple y eso debilita mucho mi cuerpo. En Medellín me pusieron una malla para contrarrestar sus efectos, pero me he complicado. Siento que debo hacer un alto para poder tener así calidad de vida en mi vejez.
¿Es una decisión difícil de tomar?
Sí, pero mira por ejemplo al maestro Rogelio Martínez, director de la Sonora Matancera, también estuvo hasta los 80 años vigente, porque es que de los 80 pa’ arriba, más es lo que se pasa uno visitando al médico que estando en la calle… (risas). De verás que quiero hacer el stop en mi carrera y le doy la oportunidad a los que vienen.
¿Imagina a Barranquilla sin su presencia?
Ay Dios mío, ahora sí que me tocas el corazón, porque yo a Barranquilla la quiero mucho, quiero aprovechar esta entrevista para saludar a todos los músicos que nos acompañaron, especialmente a Juventino Ojito, a la gente de la Charanga Almendra y a Willie Calderón, a todos ellos quiero agradecerles por haber sonado mi repertorio por allá. Yo quisiera que ellos tuvieran copia de mis arreglos musicales para que sigan poniendo a bailar a las siguientes generaciones. Por allá me enamoré locamente en 1976 de una barranquillera a la que también saludo.
Pero también sonó mucho en Cali, Bogotá y Medellín ¿qué decir de estas otras ciudades colombianas?
Trabajé los últimos años en Colombia, donde definitivamente debo decir me quieren más que en mi propio país, como dice el refrán “nadie es profeta en su tierra”, y vaya que esto aplicó en mi carrera; pero en estas tres ciudades que me mencionaste también me sentí muy querido, así que una cosa por otra mi hermano. En 1959, en New York, me abrí musicalmente, monté mi agrupación, a la cual le imprimí unos 10 arreglos cubanos y grabé cerca de 200 temas, un repertorio bastante extenso, hice incluso un LP con violines, bolero, mambo y cha cha chá, pero nada de eso hubiese valido la pena si en Cali, Bogotá, Medellín y en Barranquilla hubieran sentido estas producciones como propias.
La pachanga siempre fue su fuerte, sin embargo conocemos de su amplio gusto por el bolero ¿cómo influyó este género en la creación de sus éxitos?
De todos los géneros en los que hice mis producciones, siento que mi fuerte siempre fue la pachanga. Sin embargo, el bolero tuvo una fuerte influencia en mis creaciones, a los 5 años en Puerta de Tierra (Puerto Rico), ya se escuchaba a Joe Valle, el Trío los Panchos y una serie de boleristas, así que cuando iba camino a la escuela siempre los escuchaba. Incluso, llegué a vivir en un área donde había una serie de cantinas y cada una de ellas tenía una vellonera (rockola), y mientras más escuchaba este tipo de música, más me enamoraba; así que era imposible no contar con esa influencia al momento de realizar mis proyectos musicales. Temas como Yo soy aquel, que cantó el español Raphael, lo grabé cuando Bobby Valentín era la primera trompeta de mi conjunto, de ahí en adelante le imprimí ese toque de baladas bailables, llegándome a ganar el apelativo de precursor de la salsa balada, algo que recibo con agrado.
Fue uno de los primeros en fusionar elementos de sonora y charanga ¿cómo se le ocurrió esta idea?
Yo era fanático de la Sonora Matancera, incluso a los 19 años viajé a Cuba a proponerle matrimonio a Celia, llegué a Radio Progreso, donde estaba cantando ella, pero vi a Pedro Knight que le echó la mano en la cintura y se me quitaron las ganas. Pero también era fanático de la orquesta Aragón de Cuba. Así que combiné el sonido de la Sonora con la sección de ritmo de Aragón, las voces al unísono y esa flauta que marca la pauta, esa fue la clave que hizo de mi sonido algo diferente.
¿Cómo aplicó su experiencia como vendedor de sellos disqueros a su propia empresa?
La mayoría de los trabajos diurnos que tuve en New York, fueron en disqueras, comencé a los 10 años, iba a Manhattan a una compañía y compraba LP del trio Los Panchos, Trio San Juan, entre otros y cuando venía la fiesta del Bronx, allá me iba y los vendía a un dólar. A través de los años trabajé con otros sellos como Tico Records, Fiesta Records, fui vendedor de discos por Guatemala, Salvador, Panamá, y me iba muy bien, hasta que una enamorada me pidió que me regresara y se acabó el éxito como vendedor. Con esa experiencia disquera al formar mi propio sello Cesta Records, se me hizo muy fácil, ya que me conocía todos los canales de distribución y sobre todo tenía los contactos, así que mi música se empezó a comercializar por todas partes.
1960 es el año de La pachanga se baila así, explíquenos un poco la historia de este tema
Charlie Palmieri lo grabó primero y dos años después la hice yo, mi versión tuvo gran trascendencia gracias a los marinos mercantes que la llevaban a Puerto Colombia y se dio a conocer este éxito en Barranquilla. Quise hacer un juego de palabras con dos términos que la gente tiende a confundir como lo son la charanga y la pachanga, se los expliqué de esta manera: “Una charanga es la orquesta que está de moda y una pachanga es el baile que se baila ahora. Pero más que letra le metimos esa flauta que nos diferenció de Palmieri y nos catapultó internacionalmente.
¿Cómo aplicó su experiencia como vendedor de sellos disqueros a su propia empresa?
Pasaron bastantes músicos que en la actualidad tienen su propia orquesta como Bobby Valentín y crearon su propio repertorio, yo dentro de mis ocupaciones, sacaba tiempo para ir a las presentaciones que hacían en los diferentes bares de New York las orquestas que venían abriéndose paso en la música y siempre me impresionaba alguno. Luego de eso los formaba a mi gusto y ellos me caminaban porque realmente el ritmo que les planteaba era innovador y pegajoso, así que creo que ahí estuvo la clave para reclutar siempre a los mejores de cada instrumento. Por mis manos pasaron Charlie Palmieri y Chiqui Pérez que en paz descansen, de los mejores músicos que tuve.
¿Qué recuerda de la última presentación que hizo en Barranquilla?
La recuerdo claramente, la hice el pasado 14 de febrero en ‘Guarachando Club’, el Sábado de Carnaval, y allí cuando terminé de cantar la gente se puso de pie, me aplaudieron y corearon fuertemente mi nombre, creo que no me cargaron porque me vieron en muletas y créeme que esa fue la experiencia más brava de toda mi carrera, así que si me despido de la música, lo hice en la mejor plaza salsera que conocí en el mundo. A lo último una señora llamada Mónica me pidió un beso en la boca y se lo di, fue lo más chistosas que me pasó.
Le abrimos el espacio para que se despida de sus seguidores en Barranquilla
Les mando un abrazo bien gigante a todos los barranquilleros que hicieron de mí ese gran artista. Les digo abiertamente que Barranquilla es la ciudad donde me sentí como triunfador y de la que tendré siempre los mejores recuerdos, gracias a mi representante Werner Barros y a Andy Pérez por su apoyo.