Las empanadas de doña Hilda Núñez Castro le ponen sabor a Sincé
Es considerada la matrona de los fritos en esa localidad.
Degustar una deliciosa empanada es uno de los placeres que tiene cualquier persona sin importar la edad, su estrato social, creencia religiosa o militancia política. Aunque la preparación de este producto, que en los últimos días se ha puesto de moda en Colombia por los comparendos que pone la Policía por venderlas en espacio público, parece fácil, esta tiene sus secretos y técnicas.
En el municipio de Sincé hay unas empanadas que son muy reconocidas por su delicioso sabor y calidad. Son hechas por Lucía Hilda Núñez Castro, una mujer de 88 años que desde los 10 se ha dedicado a este milenario oficio. Por eso es considerada la matrona de las empanas en esta región.
La mamá de Hilda, María Bernardina Castro, a los que todos le decían ‘Jardín’, también las fabricaba, por eso la niña Hilda, como cariñosamente le dicen, asegura a manera de jocosidad que desde que estaba en la barriga hacía empanadas y las va hacer hasta que Dios se lo permita.
“El secreto para una buena empanada es el amor que uno le ponga a la preparación. Para que tengan un buen sabor hay que cocinar una parte del maíz desde la tarde anterior para después revolverlo con el maíz crudo. Hay que madrugar a molerlo y manipular bien la masa”, explicó la amorosa mujer.
Dijo que a las 4 de la mañana comienza las labores de preparación de las empanadas con la molida del maíz, algo que ella hace con la colaboración de su hija Carmen María Jaraba y de sus nietos. Luego le da un toque especial al manipular la masa y empieza a tortear, algo que hace de la forma tradicional dándole golpes a la masa de maíz con sus manos a las que les pone un toque de aceite y empieza a darle forma en una bolsa plástica.
Después le agrega el picadillo (relleno) que es preparado con masa y condimentos y un toque secreto que le da un sabor especial. Las va echando en un plato y luego las frita en un fogón de leña, porque dice que el sabor de las empanadas hechas en estufa no es igual.
Desde bien temprano su casa ubicada en el barrio Guinea, bajando la plaza de la Cruz, es visitada por sus clientes que son personas de todos los rincones del municipio, a los que en muchas ocasiones les dan tiquetes de turno para atenderlos en orden de llegada, algo que ella hace respetar.
Con sus clientes forma muchas tertulias por lo que varios de ellos se sientan a escuchar sus anécdotas y su jocosidad al hablar, lo que hace amena la espera para degustar de sus fritos que tienen un precio de 300 pesos, las empanadas, y 2 mil 300 las empanadas de huevos. Diariamente utiliza un promedio de 25 libras de maíz para la preparación de las empanadas, algo que puede aumentar o disminuir según la época o los encargos previos que le hagan.
Dice que sus empanadas las han llevado a todas las ciudades de Colombia por encargo, desde las empanadas de picadillo hasta las de huevo. Esta valerosa mujer con sus empanadas logró criar a sus 9 hijos: 6 hombres y 3 mujeres.
Tiene 38 nietos, 28 bisnietos y 10 tataranietos a los que siempre les ha inculcado el amor por este trabajo y por eso está segura que su legado va continuar de generación en generación porque dice que las empanadas nunca pasan de moda y sinceano que se respete ha desayunado con las suyas.