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“Era tronco de malo cuando empecé”: Gabriel Fuentes

Hijo de una administradora de empresas samaria y un ingeniero agrónomo guajiro que fue aspirante a la Alcaldía de Fonseca, el jugador samario le contó a EL HERALDO detalles de su vida y de su proceso futbolístico para llegar a Junior.

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Un sábado a las 6 de la mañana, parado en la puerta de su casa en Fonseca, La Guajira, buscando qué hacer tan temprano, Gabriel Rafael Fuentes Gómez se quitaba lagañas de sus ojos cuando divisó a un amigo que sin saberlo le empezó a trazar un crucial camino en su vida.

‘Gabrielito’, de solo siete años de edad, se intrigó al ver que Álvaro, su camarada del barrio del cual ya no recuerda el apellido, avanzaba presuroso hacia algún lugar.

-¡Hey, ¿qué?! Pa’ dónde vas.

-A entrenamiento de fútbol. ¡Vamos!

En ese momento de su existencia, Gabriel no había pateado el primer balón. No tenía ni idea siquiera en qué consistía eso que le decía su amigo, pero de todas formas se emocionó y se fue detrás de él.

El cuarto de los cinco hijos de la relación entre el ingeniero agrónomo guajiro José Fuentes Amaya y la administradora de empresas samaria Marta Gómez Velásquez (tiene otros dos hermanos paternos), abrió sus ojos al mundo en Santa Marta, ciudad donde sus padres estudiaron su carrera universitaria y se conocieron jugando baloncesto. Empero, apenas a las dos semanas de su nacimiento, se lo llevaron a Fonseca, municipio guajiro atravesado por el río Ranchería, entre la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá.

En ese pueblo en el que surgen más compositores vallenatos, cantautores y acordeonistas que futbolistas, Gabriel (“que no tengo ni ritmo para ser músico”, aclara) creció junto a sus padres viendo el esfuerzo por la que era la empresa familiar (Cable Guajira), y comiendo conejo, iguana desmechada y chivo guisado, su plato favorito, entre otras especialidades culinarias de esa zona de la región Caribe colombiana.

Gabriel aceptó la invitación de ‘Álvarito’ y ese sábado que pintaba monótono, comenzó a vivir la pasión que hoy en día lo tiene feliz y soñando. La Escuela de Fútbol Juninho, dirigida por el profesor Junior (tampoco recuerda el apellido de su primer entrenador), empezó a descubrir un talento que ya había existido en la familia materna del niño. Su tío, Gabriel ‘el Papi’ Gómez, jugó como volante ‘10’ en Unión, Santa Fe y Deportivo Táchira (Venezuela), mientras que su abuelo, Gabriel Gómez, fue presidente de la Liga de Fútbol del Magdalena.

Sin embargo, muy a pesar de que el fútbol estaba en la sangre de sus parientes samarios, Fuentes no se había interesado en el balón.

“Era tronco de malo cuando empecé, me comía los goles debajo del arco”, asegura riéndose con total desparpajo, con franqueza, sin sonrojos.

El primer contacto con ‘la pecosa’ lo enamoró. La calle de enfrente de su casa se convirtió en escenario de largos partidos de fútbol y el nivel de Fuentes, complementado con la formación que recibía en la Escuela Juninho, comenzó a elevarse.

Y llegó a Junior

Ya a los 12 años, cuando sus padres se separaron y se fue a vivir a Santa Marta con su madre, Fuentes continuó su aventura futbolística. Residenciado en el barrio Los Almendros, pasó por varios equipos y entrenadores: Versalles, con el profesor Osvaldo Puertas; Gama, con la dirección del exjugador de Junior Hermenegildo Segrera; y Forjadores de Campeones FDC, con la conducción de Leonardo Gómez. En Fonseca se inició como volante creativo, después fue ubicado como volante por izquierda y finalmente lo estabilizaron como zaguero.

“Osvaldo Puerta me puso como defensa central. Él me enseñó casi todo, con él duré más tiempo”, reconoce.

Su destacado rendimiento en los campeonatos locales lo hizo merecedor de un llamado a la selección del Magdalena y en un zonal que se desarrolló en Riohacha en 2014, Henry Peralta Valentierra, cazatalentos de Junior en ese entonces, le puso el ojo y lo llevó a Barranquilla.

En el equipo sub-17 de las divisiones menores rojiblancas lo esperaba como entrenador el legendario Dulio Miranda, un especialista de la posición en la cual se desempeñaba.

“Se destacó como central por la talla (1,80) y el perfil zurdo. Le fue bastante bien”, recuerda Miranda.

“Su actitud y carácter es fundamental, es un muchacho centradito, con personalidad, sano, sin cosas raras. Se entrenaba muy bien, siempre se esforzaba al máximo, eso se ve reflejado ahora”, apunta el exdefensor, campeón con Junior dos veces.

Cumple el sueño

En su hogar, en el que nunca faltó lo más importante (“no tenía de todo, pero sí los estudios y el pan de cada día”, dice), notaban el interés de Gabriel por el deporte y no dejaron de apoyarlo.

Sin embargo, su padre, José Fuentes Amaya, que compartía los quehaceres en su finca con sus aspiraciones políticas (fue candidato a la Alcaldía de Fonseca en octubre de 2011), era celoso con el cumplimiento de las responsabilidades colegiales de sus hijos y le recalcó a Gabriel que respaldaba su amor por el balompié siempre y cuando no descuidara los libros. Incluso, como ya había terminado el bachillerato cuando lo reclutaron en Junior, le sugirió que mejor entrara a la universidad.

“Mi papá quería que yo estudiara. Y la carrera que yo contemplaba era ingeniería civil”, rememora Fuentes. No obstante, optó por continuar detrás del sueño de debutar en el profesionalismo. Duró menos de un año en la categoría sub-17 (de febrero a agosto de 2014), fue ascendido al Barranquilla FC y comenzó a jugar la Primera B. Incluso fue convocado, junto con Luis Díaz, a la selección Colombia que participó en el Torneo Sudamericano Sub-20 Ecuador-2017. En ese combinado, el técnico Carlos ‘el Piscis’ Restrepo lo empezó a utilizar como lateral izquierdo.

Cuando se afianzó en el equipo de la B (casi siempre como central), alternaba los partidos y los entrenamientos con las clases de administración de empresas. Alcanzó a estudiar tres semestres en la Corporación Educativa del Litoral antes de que el anhelado ascenso a Junior en abril de 2018, a solicitud de Julio Comesaña, le obligara a ponerle una pausa a su carrera universitaria, que piensa retomar algún día.

Debutó en un partido ante Atlético Nacional y de inmediato demostró que tenía como triunfar en el cuadro rojiblanco. “Me sorprendió, jugó con temple, serio, muy bien”, comentó Comesaña tras su estreno.

En menos de un año con los Tiburones logró un subtítulo en la Copa Sudamericana y una estrella en la Liga. En su continua evolución ha ido domando su energía y temperamento. “El profe Julio me insistía mucho en lo de los impulsos, que canalizara bien esa energía, que recibía muchas tarjetas amarillas y discutía mucho”.

“Como jugador samario, tiene un carácter fuerte, es muy agresivo en la marca y reclamador. Todo eso se le fue moldeando, tenía que saber manejar eso. Ya está más centrado”, dice Dulio Miranda.

El 9 de febrero cumplirá 22 años de edad. No tiene hijos ni está casado todavía. Su mente se encuentra puesta en dos objetivos: “Conseguir la Copa Libertadores con Junior y, en lo personal, tener el mejor rendimiento para llegar a la Selección”.

Carlos ‘el Pibe’ Valderrama, nada más y nada menos, ha dicho públicamente que hoy por hoy debe ser el lateral izquierdo del combinado patrio. “Fue bacano eso que dijo. Que una persona tan referente e influyente en la Selección como ‘el Pibe’ quiera que uno esté ahí, es una motivación más. Llegar no es fácil, pero es posible”, afirma con confianza. Así es, ya no es “tronco de malo”.