Deportes

OPINIÓN | ¿Por qué es una tontería indignarse por el “Columbia” de Adidas?

El tamaño de una nación es en realidad el tamaño de sus causas.

Compartir en:
Por:

Hay que decirlo. Los colombianos nos hemos vuelto un poco –demasiado- sensibles con la pronunciación de nuestro país en inglés, desde que, en 2013, un grupo de publicistas lanzó la campaña (y los producto$) de It's Colombia, not Columbia.

Hace un par de días, decenas de medios de mucho prestigio publicaron con notable indignación la noticia que Adidas, el patrocinador estrella de Selección Colombia, había cometido el odioso misspelling en una de sus tiendas de Estados Unidos. Eña Ossa-Eslait y otros compatriotas difundieron en redes la imagen y ahí fue todo indignación a baldados. Fue como tirarnos carne en la jaula.

Ya es bien conocido que las redes sociales nos han (mal) acostumbrado, casi a diario, a sacrificar casi que por deporte a cualquiera que se equivoque. Pues en esa cacería frenética suelen colarse indignaciones que triunfan por jugosas y no por sustanciosas. En este caso le tocó a Adidas. Y como no podía ser de otra forma, con sobreactuación y carta abierta a bordo.

Es un error bobo y no lo vamos a negar. Debieron ponerle como aparece en sus mapas: Colombia. Pero no es más que eso, un error bobo. Eso sí, no es menos bobo de nuestra parte tomar un typo como una afrenta a nuestra identidad, como un insulto, como un irrespeto, como una excusa para victimizarnos.

Tal vez para algunos no es suficiente con que, a la larga, “Columbia y Colombia” signifiquen la misma vaina: “tierra de Colón”. Tal vez no quieren ver que el mismo Colón en realidad es “Colombo” en italiano, y que nosotros arbitrariamente le quitamos aquí y le pusimos allá hasta cambiarle el apellido a ese señor, hace más de 500 años. Como el de nuestra nación, también otros millones se han transformado en su traducción y en la evolución de las lenguas vivas, que por eso se llaman así.

En algún momento a los gringos les sonó decir Columbia o escribir Brazil con zeta, o Sweden en lugar de Sverige, como a nosotros decirle Holanda a lo que propiamente debería llamarse ¿Nederlandia?¿Países Bajos?. Pero el punto es: vaya y pregúntenle a un brasilero, a un holandés o a un sueco cuánto les importa.

Da igual si es un error, un descuido o una burla. La reflexión debería ser sobre el tamaño de nuestras indignaciones. Hasta ahora no tenemos noticias de que los uruguayos, por ejemplo, hayan salido con antorchas a las calles cuando en los Simpsons Homero se burló por creer que había un país que se llamaba “You Are Gay”. A propósito, hubo más alharaca en el resto de latinoamérica que en ese país cuando el la Copa América confundieron su himno con el de Chile. Así de grande es Uruguay y hay que ver el tamaño de Uruguay.

No estamos descubriendo nada, solo que preferimos tomarnos las cosas con calma y hacer lo que nadie quiere: ser abogados del diablo.

El portal Remezcla también trató de hacer esa tarea. Descubrió que un viajero en San Agustín, Colombia, tomó una foto de las Adibas, una falta –esta sí intencional- al deletreo de la marca. Venganza, lo llamaron.

El hecho es que si a los gringos les hubiera dado por decirnos Kolumbien, Kolombien, Colombie, o como quieran, tendrían toda la licencia para hacerlo porque así evolucionó su idioma, así como nosotros les decimos Estados Unidos o USA en lugar de United States of America o “iu es ei”. Adidas lo sabe, por eso hace dos tipos de productos: uno para el mercado local y otro para el mercado internacional (inglés).

Rusia

Grecia (es HELLAS tras desambiguación) y Brasil con zeta

Japón

A ver. Hasta se han equivocado deletreando Kentucky

En fin. Adidas acompaña a Colombia desde el 2011 y su trabajo es confeccionar y vender camisetas, no polemizar con toda una nación, por eso no tiene problema en disculparse por un error, aunque en la intimidad sus publicistas blanqueen los ojos de la frustración. Ya anunciaron que removerán los avisos que contienen “Columbia” en Estados Unidos, y bueno, la noticia parece tan buena como insignificante.

Como bien dicen otros espacios de opinión, el tamaño de una nación es en realidad el tamaño de sus causas, y esta campaña, que comenzó con buenas intenciones, ya va en la paranoia y el ridículo: características inconfundibles de esta “tierra de Colón”.