50 años de un ‘descabezado’ que sigue en la mente de Barranquilla
Un viernes 16 de agosto, hace 50 años, el trabajo de unos pescadores dio con el cuerpo sin cabeza ni manos de un joyero. Nunca hubo responsables por el crimen.
Abierta de par en par, mercantil y elegante, pero también deportiva, cosmopolita y serena para largos paseos a pie bajo la luz del ocaso. Así era una Barranquilla que, en el esplendor del agosto de 1974, se envolvía en las tardes de un silencio solo interrumpido por las repeticiones al bordado de las máquinas Singer, empleadas por las amas de casa para bordar vestidos, manteles y decoraciones para el hogar.
En ese sentido, en un fin de semana como este, pero hace 50 años, la cita obligatoria era en el Coliseo Humberto Perea. Desde semanas antes estaba anunciada la defensa de título del campeón nacional del boxeo en el peso ligero, Emiliano Villa, quien defendería su cetro contra el experimentado brasileño Everaldo Costa Azevedo.
Pero el protagonista del fin de semana no fue Emiliano Villa. Tampoco un Pambelé que, en pleno auge de su carrera, arribaría al palacio de combates con su temida mano derecha adormecida por un yeso para su protección. Toda la atención, a la hora del pleito, estuvo en resolver un misterio: ¿De quién era la cabeza que, un día como hoy hace 50 años, había aparecido en la playa de Puerto Mocho?
Hallazgo de pescadores
Motivados por la esperanza de resolver el afán del día traducido en hambre desde el estómago, un grupo de pescadores había salido –siguiendo su rutina– a pescar en horas de la madrugada. Parecía una jornada como cualquiera. Sin embargo, tardaron poco en lograr el avistamiento de una figura quizás humana o quizás de maniquí. Influenciados por una curiosidad tambaleante entre el morbo y la rareza, los hombres pescaron la misteriosa figura. Con las primeras luces del sol avistaron lo que era un cuerpo humano sin cabeza al que también le habían cortado las manos.
“Era un señor gordo, moreno. Lo encontraron entre los pescadores y trabajadores de Bocas de Ceniza que estaban haciendo mantenimiento a los vagones”, recordó hace 14 años, para una publicación de ‘Latitud’, impreso dominical de EL HERALDO, un pescador que vivió aquellos días. Horas más tarde la cabeza del hombre fue encontrada por los investigadores cerca del lugar donde fue hallado el cuerpo.
El misterio de la identidad convirtió el caso en comidilla de cada esquina barranquillera. Aproximadamente cuatro días le costó a los investigadores del escuadrón de la Policía Nacional, conocido como F-2, que hoy sería la Sijín, determinar que el muerto era un joyero acaudalado: Milton Sarmiento Reyes, de 42 años de edad.
Una prótesis dental
Saber que se trataba de Sarmiento Reyes fue posible para las autoridades gracias a que de la cabeza mutilada se logró extraer una placa dental que había sido fabricada años antes en Barranquilla por el odontólogo Gustavo Molinares, que era amigo personal del joyero.
De este se supo que viajaba a lo largo y ancho del país, pero que tenía una clientela frecuentemente visitada en Barranquilla. En los reportes de la época publicados por EL HERALDO se describió a Sarmiento Reyes como un hombre de buen humor, que solía hacer chistes de toda índole y con una relación amplia con los joyeros más importantes de la región.
Todos los que le conocían coincidieron por entonces que nunca imaginaron que la muerte le llegaría de aquel modo al hombre, que había arribado a la ciudad desde el 6 de agosto.
Reconstrucción de la muerte
El joyero llegó y encontró alojamiento en el Hotel Suiza, ubicado en la calle San Blas (hoy calle 35). Santandereano de nacimiento, Sarmiento Reyes fue visto entre el 10 y el 13 de agosto cumpliendo con visitas previamente acordadas con los joyeros más importantes de la ciudad. Consigo llevaba mercancía avaluada en $3 millones.
Para dar una proporción clara, en aquel entonces el premio ‘Gordo’ de la lotería entregaba $500 mil y el salario mínimo era de 1.200 pesos. Los únicos que supieron de él con vida fueron su esposa, Celmira Sarmiento de Sarmiento, y su enlace con los joyeros en la ciudad: José Manuel Sevillano, a quien había conocido un año atrás entre Valledupar y Codazzi, Cesar.
Este último le mencionó a los investigadores del F-2 que ambos tenían una cita programada el miércoles 14, al mediodía, para almorzar juntos, pero en la mañana de ese día, Sarmiento Reyes lo llamó para cancelar, pues había acordado “verse con unos clientes para cerrar un negocio importante”, según rezan los archivos de EL HERALDO recabados de la época. Motivado por la curiosidad, Sevillano va a verlo al Hotel Suiza, pero allí se entera de que lleva al menos dos días sin ser visto e informó a las autoridades.
Miembros del F2 comenzaron la búsqueda y en la noche del jueves 15 hubo un primer indicio de sangre en el agua de la playa de Puerto Mocho. Al día siguiente, un 16 de agosto, los pescadores ubicaron el cuerpo.
Este último le mencionó a los investigadores del F-2 que ambos tenían una cita programada el miércoles 14 al mediodía para almorzar juntos, pero en la mañana de ese día, Sarmiento Reyes le llamó para cancelar, pues había acordado “verse con unos clientes para cerrar un negocio importante”, según rezan los archivos de EL HERALDO de la época.
Motivado por la curiosidad, Sevillano va a verlo al Hotel Suiza, pero allí se entera de que lleva al menos dos días sin ser visto.
El jueves 15 hubo un primer indicio de sangre en el agua de la playa de Puerto Mocho. Entonces comenzó la investigación que derivó en el descubrimiento del cuerpo, en las primeras horas del viernes, es decir, un día como hoy hace 50 años.
¿Qué pasó con el detenido?
El único detenido por este caso fue un hombre identificado como Juan Angulo Tinoco. El hombre pasó algunos años en prisión, pero fue puesto en libertad tras la intervención jurídica de su abogado, el penalista Miguel Bolívar Acuña.
En un archivo de ‘Latitud’, el abogado recordó que “la audiencia era para ver quién mató, pero yo probé que una cosa era el robo y otra era el muerto”.
El jurista rememoró, hace 14 años, que fue tal el revuelo por la audiencia que ocurrió algo pocas veces visto en el Centro Cívico de Barranquilla: “Era tal la cantidad de gente que se repartieron boletas como si se tratara de una función de cine, al recinto ingresaron unas 400 personas, pero también quedaron muchas otras por fuera”.
Explicó que Angulo Tinoco quedó absuelto de todos los cargos y, en consecuencia, la Justicia barranquillera nunca pudo encontrar a quienes fueron responsables del crimen del ‘Descabezado de Puerto Mocho’.