Carlos Rodríguez muestra una fotografía de su hijo con un disfraz de superhéroe.
Carlos Rodríguez muestra una fotografía de su hijo con un disfraz de superhéroe. Jeisson Gutiérrez
Historias

"La muerte de un hijo duele más que la propia muerte": a 11 años del crimen de Óscar Rodríguez

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“La muerte de un hijo duele más que la propia muerte”.

Así, con esa frase punzante, Carlos Rodríguez Gómez, un hombre de negocios, ligado a la ganadería, a la música, a las parrandas vallenatas, a un sinnúmero de vivencias, recuerda el triste episodio del asesinato de su hijo Óscar Rodríguez Pomar, ocurrido hace exactamente 11 años (18 de agosto de 2011) en la entrada de un viejo negocio llamado Sastrería GQ, estas dos últimas letras por aquello de la revista estadounidense Gentlemen's Quarterly.

En todo este tiempo, Rodríguez Gómez se dio a la tarea de llegar a la verdad, la razón por la cual dos individuos, Diego Acuña Carvajalino, alias Dieguito, y Fernando Rafael Arroyo Genes, alias Ferna, el primero condenado por disparar y el segundo desaparecido, o quizás muerto, llegaron aquel miércoles a segarle la vida a Óscar Eduardo, el mayor de sus hijos, egresado de Administración de Empresas de la Universidad del Norte.

Junto con ellos, también con participación directa e indirecta en el crimen, estuvieron Javier Enrique Mosquera Munive, alias Cobi, y su pareja Ernestina Escorcia Hernández, conocida como ‘la Manca’. El primero muerto, según versiones conocidas por este medio, y la mujer hoy presa en la cárcel El Buen Pastor.

Precisamente fueron esos cuatro nombres los primeros en la cadena. A ellos se llegó, según la versión que mantiene en su memoria Rodríguez, luego de que días después del crimen de su hijo llegara hasta la sede la sastrería un hombre, sudoroso y mal vestido, con un ejemplar de AL DÍA bajo el brazo en el que estaba publicado el hecho de sangre, a manifestarle quiénes estaban involucrados en el caso.

De izquierda a derecha: Diego Acuña Carvajalino, alias Dieguito; Javier Mosquera Munive, alias Cobi; Daimler Paul Corrales Figueroa; y Omar Vanegas Lora, preso en EE. UU.

Aquella persona, sin el ánimo de recibir algo a cambio, solo por la angustia de saber una verdad y en solidaridad por el dolor ajeno, decidió abrir en ese momento una especie de caja de pandora.

Este dijo saber quién había disparado, el hombre que había conducido la motocicleta, el individuo que sirvió de ‘mosca’ y la mujer que ocultó el arma de fuego con la que se cometió el ataque.

A partir de ese testimonio, que apareció de la nada, se inició la carrera de los entes investigadores para esclarecer el crimen.

El primero en caer en las manos de la justicia fue Javier Enrique Mosquera Munive, alias Cobi, y, por la presión ejercida, luego apareció el testimonio de Ernestina Escorcia Hernández. Entre ambos señalaron a Diego Acuña Carvajalino, alias Dieguito, de ser el autor material del hecho.

Estos tres, a su vez, incriminaron a Fernando Rafael Arroyo Genes, alias Ferna, y de los cuatro salió el quinto elemento: alias El Enano, cuyo paradero, hasta el momento, aún es desconocido.

Este último, supuestamente, era junto con Arroyo Genes enlaces en Barranquilla de la red criminal de Marcos de Jesús Figueroa García, alias Marquitos Figueroa, el temible capo oriundo de Barrancas, La Guajira, conocido entre la gente de sus afectos como ‘El perrero de los malcriados’.

Incluso, por información que reposa en los anaqueles de la Fiscalía, Arroyo Genes fue clave para el esclarecimiento de otros crímenes ocurridos en el Cesar atribuidos a la estructura criminal de ‘Marquitos’: el del exdiputado Efraín Ovalle Oñate; el de la ex alcaldesa de Barrancas Yandra Brito, y el de Dany De Luque Taborda, conocido como ‘el Venezolano’.

La parranda

De izquierda a derecha: José ‘el Ñeñe’ Hernández, asesinado; Milton Figueroa, alias Norte; y Marcos Figueroa, alias Marquitos.

Con todos esos nombres, que empezaron a ser del resorte de la Fiscalía, la investigación por el crimen de Óscar Rodríguez Pomar iba sumando detalles y más detalles hasta el punto en que se llegó, con un giro inesperado, a los lugartenientes de Marquitos que supuestamente habían contratado al grupo de Barranquilla para ejecutar el atentado.

Pero además aquello se sustentó con una revelación que hizo desde prisión Diego Acuña Carvajalino, alias Dieguito, ante miembros de la Dijín de Bogotá, relacionada con una “equivocación” que hubo en torno al hecho.

“El muerto se llamaba Óscar, pero a mí me pagaron para matar al papá y no a él”, afirmó en la Penitenciaría de El Bosque.

A eso agregó: “Me equivoqué, porque el papá del pelao iba siempre en ese carro y ese día cambió (…); por esa equivocación no me pagaron la vuelta (de $100 millones a $150 millones), solo me dieron los viáticos y me dieron un anticipo en Bogotá, una semana antes de llegar acá”.

La Fiscalía vinculó entonces a Marquitos Figueroa, a su sobrino Daimler Paul Corrales Figueroa y a Milton Figueroa, alias Norte, primo de Marquitos, como los hombres que contrataron a las personas en la capital del Atlántico para matar a Carlos Rodríguez Gómez.

Sin embargo, en medio de las pesquisas, el ente investigador conoció también a través de testimonios que aquel homicidio se habría fraguado en medio de una parranda vallenata a la que asistieron Marquitos y los supuestos autores intelectuales: José ‘el Ñeñe’ Hernández (muerto en Brasil), Omar Alejandro Vanegas Lora, ex alcalde de Tenerife, Magdalena; y Edmundo González, alias Peco, un comerciante venezolano.

La decisión, de acuerdo con las evidencias, se habría tomado entre whiskys para ‘enterrar’ una deuda de unos 1.000 millones de pesos, más dos años de intereses al 2,5 %, que los tres antes mencionados le debían a Rodríguez Gómez.

Alias Marquitos Figueroa fue condenado el año anterior por el crimen de Óscar Rodríguez Pomar a 36 años y 8 meses de prisión. Al tiempo, le cayeron encima las condenas por las muertes de Elkin de Jesús Becerra Ramírez, ex asesor jurídico del Ministerio de Transporte, y la de la exalcaldesa Yandra Brito. Hoy permanece en la cárcel Picaleña de Tolima.

Daimler Paul Corrales Figueroa y Milton Figueroa, alias Norte, primo de Marquitos, permanecen libres. Y en el caso de Omar Alejandro Vanegas Lora, ex alcalde de Tenerife, Magdalena, hay que esperar que resuelva su situación en los Estados Unidos, adonde fue extraditado por narcotráfico. De Edmundo González solo se sabe que su paradero es desconocido. Probablemente pueda que esté en los Estados Unidos.

El proceso GQ, como fue catalogada la investigación por el crimen de Óscar Rodríguez Pomar, sigue abierto. Lleva miles de folios que incluyen interrogatorios, diligencias de allanamiento, trabajo de campo y testimonios de investigadores; ha pasado por las manos de siete fiscales e incluso tuvo un traslado hacia la capital del país para evitar la sombra caribe de la corrupción en la justicia.

A once años del asesinato de su hijo, Carlos Rodríguez finaliza: “Yo partí mi vida en dos después de la muerte de Óscar. Primero eran mis negocios, pero ahora solo quiero que todo el que participó en ese hecho pague con cárcel”.