El padrastro capturado por las autoridades
El padrastro capturado por las autoridadesJosefina Villarreal
Historias

Los nueve meses de dolor de Samuel antes de su crimen

Reconstruímos el caso del niño de seis años que habría sido asesinado a golpes por su padrastro, hoy capturado, el pasado domingo 19 de noviembre, en el barrio Ciudadela 20 de Julio.

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Nueve meses necesita una madre para dar a luz a un hijo. No obstante, en la historia del pequeño Samuel Cárcamo Chaurio, de tan solo seis años de edad, fue el mismo tiempo que transcurrió para que este caminara por un sendero sin salida y terminara sin vida.

Sobre este caso: La muerte de Samuel, un caso doloroso que pudo evitarse

El niño falleció el pasado domingo 19 de noviembre y cuatro días después su padrastroElio Enrique Bracho Briceño, fue capturado, al parecer, por originar su deceso. En medio de audiencias concentradas de legalización de captura, imputación de cargos y solicitud de medida de aseguramiento el fiscal 11 Especializado de la Unidad Alertas Tempranas para Homicidios en Barranquilla, Adolfo Niebles Torres, expuso los detalles del atroz caso.

Un día como cualquier otro

En la vista pública, el fiscal dio a conocer el relato de Rossana Carolina Chaurio Zambranomadre de Samuel, quien se desempeña como cajera de un negocio de comidas rápidas: Ella se levantó a las 11:00 de la mañana del sábado 18, le dijo al niño que comprara en la tienda algo para hacer un caldo con pollo para el almuerzo.

Almorzaron. Procedió a acostarse a dormir, pues tenía turno a las cuatro de la tarde, pero el niño no quiso dormir y se puso a jugar en su cuarto. La mujer se levantó, se alistó, puso al niño viendo televisión, le dio un jugo, una galleta y se fue a eso de las tres de la tarde.

El encargado del cuidado del niño era su padrastro. A eso de las 7:00 de la noche Chaurio Zambrano realizó una primera llamada para saber si habían comido, Elio respondió que sí, que habían cenado arroz y carne molida. La segunda llamada la hizo a las 9:00 de la noche para saber cómo estaba el pequeño, y el hombre respondió que todo estaba bien.

La mujer siguió trabajando. Cuando el reloj marcaba las 1:30 de la madrugada, Elio fue quien cogió su teléfono para llamar a su pareja, que estaba trabajando todavía, pues había “mucho movimiento”.

Él le mencionó que se levantó en horas de la madrugada y se asomó por la ventana a ver si ella ya venía, pero cuando regresaba a su alcoba, miró hacia el cuarto del niño y lo vio acurrucado y arropado, por lo que llegó hasta él, pero que al momento de tocarlo no respondió y lo sentía frío, es por ello que lo cogió, le quitó la ropa y lo metió en la regadera. Ya en el baño, lo tiró al suelo y, supuestamente, le propinó un fuerte golpe para “reanimarlo”.

Lo que hizo la mujer fue pedirle el favor a uno de los domiciliarios del local para que la llevara hasta su casa, porque su pequeño tenía una novedad. Según su relato, ella se cayó de la moto cuadras más adelante, pero se levantó con las mismas y cogió un taxi hasta su vivienda.

Cuando llegó y subió (vivían en un apartamento de un tercer piso), tocó la puerta y es cuando observó que Elio tiene en sus brazos al niño desnudo y mojado. Él trató de abrir la puerta por dentro, se demoró un poco, hasta que lo logró y le entregó al niño. El hombre no la ayudó para nada. La madre bajó y recibió la ayuda de un transeúnte, y se fue hasta el Paso Ciudadela 20 de Julio, ingresó y los médicos le confirmaron que el menor llegó sin vida.

En la versión que entregó a las autoridades mencionó que ella nunca observó malos tratos para con el niño, que lo corregían, lo gritaban, pero solo para corregirlo. 

Mensajes de culpabilidad

En medio del proceso de entrevistas con la Sijín, a Rossana le llegó un mensaje de Elio: “Te lo juro por Dios que no sé qué pasó, de repente entré en sí y ya tenía a Samuel en mis manos. Me fui caminando para donde mi mamá, pero no sé dónde estoy. ¿Qué te han dicho los médicos?. Perdóname, me quiero morir, no merezco vivir. Gracias por todo, por quererme, por amarme”.

Tales palabras, grabadas en unas cajas de texto dentro de una aplicación de celular, casi que emitiendo una sentencia propia de culpabilidad, fueron enviadas entre las 3:05 y las 4:00 de la madrugada del domingo. 

Para las autoridades, lo puntualmente raro en los escritos es la frase: “cuando entré en sí”. Como si de una laguna mental se tratase. Algunos vecinos del barrio aseguraron que el hombre, al parecer, “hacía mal trago”.

Todo encajaría, ya que el sábado estuvo en la fiesta de despedida del restaurante en el que trabajaba como mesero, por lo que existiría la posibilidad de que este estuviese bajo los efectos del alcohol y quizá alguna otra sustancia.

Procedimiento

Los médicos alertaron a las autoridades. De inmediato acudió un equipo de Policía Judicial (Sijín) para verificar la información con los galenos y, en efecto, el niño presentaba varias lesiones en su humanidad. Desde ese instante se priorizó la necropsia en Medicina Legal

No por nada dicen que “los cuerpos hablan después de muertos”, pues el ente le confirmó al fiscal del caso que, efectivamente, había sido una muerte violenta, realizando varios hallazgos en el cadáver: trauma contundente cerrado de tórax, el cual le produjo contusiones pulmonares, y una contusión cardiaca; trauma en cuello, es decir, que también lo habrían ahorcado, y trauma contundente cerrado en abdomen”.

El cuerpo del pequeño estaba lleno de “verdes” producidos por golpes realizados con un puño

Captura

Luego del resultado de Medicina Legal y el material probatorio recolectado por agentes de Policía Judical, el representante de la Fiscalía General de la Nación pidió al expedición de la orden de captura contra Bracho Briceño, quien había huido del inmueble en el que residía con la madre del menor, mismo que un día antes lo habían saqueado.

El requerimiento fue ordenado y de inmediato localizaron al hombre en la residencia de su mamá, en el barrio El Rubí, logrando así su detención. Al hombre el fiscal le imputó los delitos de homicidio agravado tortura agravada; acto seguido, un juez con funciones de control de garantías lo envió a la Cárcel Distrital de El Bosque.

El pasado

Durante las audiencias, el representante del ente acusador dio a conocer en profundidad datos de la vida del pequeño, oriundo de Maracaibo, Venezuela. Carolina Chaurio Zambrano tenía 17 años, y el padre biológico de Samuel 25. Salió embarazada y nació Samuel. En medio de la crisis venezolana, comenzaron a tener problemas económicos y de pareja, por lo que llegaron al acuerdo de irse cada uno a un país diferente, él a Chile y ella a Colombia, específicamente Barranquilla, en donde fue recibida por un allegado del hombre. 

Ella dejó a su pequeño, para aquella época de nueve meses, con sus abuelos maternos, y se vino para la capital del Atlántico, comenzó a trabajar como manicurista y pedicurista. Luego de ello, regresó a Venezuela, buscó al niño y a sus papás y volvieron a Barranquilla. 

Por ello, el padre de Samuel viajó desde Santiago hasta ‘la Arenosa’ y fue hasta el Bienestar Familiar, porque ella “se trajo al menor sin la autorización de él como padre”. A la mujer le quitaron al niño por tres días, los que permaneció en un hogar de paso, y luego le dan la custodia a los abuelos, pero la mujer termina teniendo al niño nuevamente.

La madre empezó a trabajar en un restaurante y comenzó a dejar al niño con una vecina, quien lo recibía en la mañana y luego su progenitora lo recogía por la tarde cuando ya salía del trabajo. Conoció a la primera pareja que tuvo en la ciudad, quien registró nuevamente al niño acá para que así pudiera tener derecho a la educación y a la salud.

Con el hombre tuvo problemas, se separaron, comenzó a asistir a una iglesia y luego entabló una relación sentimental con uno de los hijos de la pastora. Terminó esa relación y es cuando conoció a Elio.

La primera cuidadora del niño, que fue quien lo tuvo durante más tiempo en su casa, lo acogió como un nieto, lo hacía partícipe de todos los eventos familiares, no notó nada extraño en el pequeño durante las relaciones de la madre con los dos hombres anteriores a Elio, por quien se desató el pánico.

La vecina relató al fiscal que hubo muchas épocas, ya estando con Elio, que no le dejaba el pequeño a su cuidado. Le decía que lo iba a dejar a cargo de una tía, pero después otra vez se lo traía. Hasta que un día el niño llegó caminando como si estuviera recién operado, casi que hincado de dolor.

Le preguntó a la madre, pero ella decía que solo era un dolor de barriga, le dejaba una pastilla de acetaminofén y se iba. Sin embargo, la duda persistía, pues era inevitable observar que había algo más allá de una simple queja por una afección estomacal; es por eso, que una de las hijas de la cuidadora, quien se supo ganar la confianza del niño, le preguntó qué era lo que realmente tenía.

El niño, con miedo, dijo que les iba a contar, pero que no dijeran nada, pues era un secreto, ya que su mamá le había enseñado que “lo que pasaba en casa, se quedaba en casa”. Las palabras del pequeño eran casi increíbles, pues contó que su padrastro le había pegado con la mano cerrada (puño) por las costillas. En otra ocasión Samuel llegó con un morado en el ojo, y la mamá dijo que se había caído en una piscina… y así sucesivamente. 

“El niño siempre se veía con moretones en el rostro y en la barriga. Golpes en las costillasmordeduras y, a su vez, el niño dijo en una oportunidad que su padrastro le había dado un puño en el estómago… Él le temía al hombre porque lo torturaba. Una vez lo dejaron de pie todo un día en la ventana de la casa, en bóxer, para que la gente lo viera. Y en otra oportunidad, el pequeño dijo que estaba cansado porque había dormido como un loro, es decir, que lo habían puesto a dormir de pie”, narró el representante del ente investigador. 

Según la mujer, Samuel una vez dijo que alguien había llamado a la Policía y que ellos llegaron hasta su casa, pero que Elio dio “billetes” y ellos se fueron.

Sin embargo, la señora dejó de cuidar al niño, pues se tuvo que mudar, pero recomendó a la vecina de enfrente, quien fue la última persona, diferente a la madre y al padrastro, que vio con vida al niño. Esta mujer también conocía lo que estaba ocurriendo.

En esta casa el niño comenzó a demostrar mucho más temor por su padrastro, tanto así que cuando la mamá lo llamaba el pequeño preguntaba por quién sería la persona que lo iba a recoger, si ella o Elio. Si su mamá mencionaba al hombre, Samuel se alteraba y comenzaba a implorar que fuese ella la que lo buscara.

No lo veían 

Los abuelos del niño contaron en declaraciones juradas que en un principio ellos lo veían como “un pelao de bien, pero que después no les gustaba la relación que mantenían, por eso ella se alejó de los papás, y estos no sabían mucho de lo que le pasaba al pequeño”.

En el radar

Según conoció AL DÍA, este caso entró en el radar de la Procuraduría General de la Nación para establecer si algún funcionario público dejó de actuar en torno a las denuncias por violencia doméstica que se hicieron y que eran evidentes en el cuerpo del niño.

Incluso se habla de que funcionarios del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) sabían del caso desde hace algún tiempo; pero, aparentemente, nunca alertaron a la Policía de Infancia y Adolescencia sobre el escenario en el que estaba viviendo el menor.

 

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