Historias

Maelo, el incomprendido

Hoy se conmemoran 32 años de la partida del Sonero Mayor.

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Retirado y marginado del ambiente salsero desde fines de los 70, los seguidores de Maelo siempre esperábamos el milagro de que su voz recuperara su potencia y reapareciera con su arrollador tableteo de frases y melodías entre coro y coro, que había revolucionado el cantar sonero con su forma agresiva para entrarle al montuno y su capacidad de inspirar cabalgando sobre el coro.

A Ismael Rivera lo conocí con mi pandilla de adolescencia una noche de luna llena en El Paraíso, desaparecida sala de cine con techo de estrellas del Barrio Abajo, cuando la sabrosura y sensualidad de la música de Rafael Cortijo y su Combo nos atrapó con la frescura y espontaneidad marina que brotaba de la pantalla donde se proyectaba la película Calypso. Desde aquella mágica noche la voz de Maelo se convirtió en algo familiar a nuestros oídos, y las pícaras e inteligentes frases de sus canciones en contundentes argumentos para resolver discusiones en medio del fragor de un partido de chequita o de una sesuda partida de damas en el sardinel de una esquina del barrio. Así, escuchando: Quítate de la vía perico, Maquinolandera, Severa, Con la punta del pie Teresa, El bombón de Elena, Las ingratitudes, El chivo... aprendimos a quererlo como a ese hermano mayor que se las sabe todas y siempre aparece cuando lo necesitamos, acompañándonos con su canto en los momentos de alegría y de tristeza. No pudimos estrechar su mano y abrazarlo, pero nos queda su voz, y en más de una ocasión ha sido bálsamo para aliviar dolores brother Maelo, hace ya 32 años que andas con tu vacilón en otra dimensión.

EL CIUDADANO DE LA CALLE CALMA

Ismael Rivera nació el 5 de octubre de 1931 en la calle Calma de Santurce, calle que lo vio crecer e iniciar su vida artística al lado de su amigo Rafael Cortijo. Al salir del colegio se iban a la playa y se dedicaban a tocar tambores y cantar plenas; en esas caminatas infantiles están los orígenes del sonido que en los 50 se apoderó de los rincones caribeños, llenándolos de bombas y plenas. La sabrosura y sensualidad de la música de Rafael Cortijo atrapó a los seguidores de la música antillana, y oxigenó el ambiente un poco saturado con la Sonora Matancera.

Ismael Rivera entró a los 17 años a la Orquesta Panamericana de Lito Peña, su primer hit fue la plena El charlatán, dando comienzo a la leyenda.

Encontramos en archivos de prensa que el 28 de enero de 1954 se organizó el primer ‘vente tú’ de lo que sería después el Combo de Rafael Cortijo. Este maravilloso grupo representó un rompimiento con el sonido demasiado blanco y limpio de las grandes orquestas boricuas de la época, irrumpiendo con una sonoridad más ágil y espontánea. En su momento de mayor esplendor el combo de Cortijo estuvo formado por Rafael Cortijo, director y timbalero; Martín Quiñones, congas; Rafael Ithier, piano; Miguel Cruz, bajo; Héctor Santos y Eddie Pérez, saxofones; Roy Rosario y Sammy Ayala, percusión menor y coros; Roberto Roena, bongó; Rogelio ‘Kito’ Vélez, arreglos y trompeta; y el cantante Ismael Rivera.

Fueron cinco años de éxitos en la televisión boricua de lunes a viernes en el Show del Mediodia, en la Taberna India de Reguerete y Floripondia los viernes en la noche. Auténticas joyas se deben encontrar en los archivos radiofónicos puertorriqueños, habida cuenta de la originalidad y creatividad de los integrantes del Combo de Cortijo. En el libro El entierro de Cortijo, el autor Edgardo Rodríguez Juliá dice al referirse al Combo de Cortijo: “Cantidad y calidad, de eso se trata el genio y en ello la combinación de Cortijo como líder, Kito Vélez de arreglista y el Ismael Rivera sonero, jamás ha sido superada en la música popular puertorriqueña”.

Lastimosamente el flujo jadeante y sudoroso de Ismael y Cortijo se vio abruptamente cortado por las trasgresiones sociales de los virtuosos artistas que disgregaron el grupo. Paradójicamente eso los condujo al umbral de la leyenda.

LOS CACHIMBOS

El retorno de Ismael Rivera, después de cumplir cinco años de prisión, fue muy duro a pesar del gran recibimiento que le hicieron miles de admiradores en el Aeropuerto de Isla Verde.
Reinició su vida artística grabando dos discos Bienvenido y Con todos los hierros, con la nueva agrupación de su compadre Rafael Cortijo. La situación en la Isla del Encanto no era buena para Maelo, los señalamientos de la élite social puertorriqueña que nunca había visto bien a esos negritos, descargaba toda la fuerza de la censura social sobre Maelo, entonces decidió radicarse en Nueva York.

Su sociedad musical con Cortijo no funcionó en la Babel de Hierro, ya que Rafael Cortijo no se adaptó y regresó a las playas de Santurce. Para esos días Maelo grabó un disco extraordinario con Kako, titulado

Lo último en la avenida, que incluye una magnifica versión de El cumbanchero y su jacarandoso Entierro a la moda.

Ya en los años 70 cuando se inicia el boom de la salsa, Ismael Rivera conforma su propia banda: Los Cachimbos, deja a un lado los ritmos boricuas que lo hicieron famoso con Cortijo, y se lanza con todos los hierros al son. Contó con la dirección musical del veterano pianista cubano Javier Vázquez, y una pequeña banda conformada por trompeta, saxo alto y trombón, además de piano, bajo, congas, bongo y timbal.

Ismael Rivera con sus Cachimbos realizó notables grabaciones, en sus discos no se encontraban temas de relleno. Vale la pena señalar que los músicos colombianos Justo Almario y Joe Madrid trabajaron en diferentes ocasiones con Los Cachimbos de Ismael Rivera.

Convertido de nuevo en ídolo, encontró la forma honesta de identificarse con su público. Investigando y rebuscando en el repertorio de compositores como Pedro Flórez y Rafael Hernández, que junto a Bobby

Capó y Tite Curet Alonso fueron sus autores preferidos, alcanzó a consolidar uno de los repertorios más respetables de la salsa.

Comercialmente se aprovechó del título de Sonero Mayor que algunos dicen le diera Beny Moré y otros señalan que fue un empresario niuyorquino, lo cierto es que el título lo honra.

En su primer disco con Los Cachimbos se encuentra el tema El incomprendido, compuesto por Bobby Capó expresamente para Maelo. En su larga lista de éxitos podemos destacar de Pedro Flórez: Orgullosa y traigo de todo; de Rafael Hernández; El cumbanchero y El pañuelito; de Bobby Capó: Las tumbas y Sale el Sol; de Tite Curet Alonso: De todas maneras rosas y Las caras lindas; de Henry Williams: El Nazareno...

El Sonero Mayor fue un rebelde, un desordenado, un irreverente, un hombre generoso que derrochó su canto, su arte y su sabiduría popular. En su afán por tranquilizar su volcánico espíritu se acercó a la religión, dejando para el patrimonio cultural popular del Caribe dos inolvidables clásicos: El Nazareno y El Mesías. Hay otra dimensión de Maelo, poco reivindicada en nuestro medio, es su profundo sentimiento nacionalista que se expresa claramente en canciones como Profesión esperanza y La Perla, de Tite Curet Alonso, o en La llamaría borinquen, de Bobby Capó, o aún en sus propias composiciones Lejos de ti y Borinquen.

La fascinante personalidad de Ismael Rivera lo convirtió en un símbolo popular y en elemento de inspiración no solo de sus colegas cantantes y compositores, sino también para intelectuales, melómanos e investigadores socio-musicales que se han sentido obligados a descargar su admiración por el Ciudadano de la calle Calma en sabrosos libros.
Dentro de la mitología farandulera se cuenta de candentes enamoramientos con algunas diosas de la música latina. Admirado y respetado por sus colegas ha sido homenajeado en muchos discos.

Aquí se habló de