¿Dónde están los asesinos?, es la pregunta que diariamente se plantea Eunice Blanco, hija de Olga Gómez, la mujer de 67 años asesinada, aparentemente, por sus tres inquilinos en Rebolo.
¿Dónde están los asesinos?, es la pregunta que diariamente se plantea Eunice Blanco, hija de Olga Gómez, la mujer de 67 años asesinada, aparentemente, por sus tres inquilinos en Rebolo.Hansel Vásquez y Jhonny Olivares
Historias

Olga Gómez: los misterios en el crimen de la mujer atada y estrangulada en Rebolo

¿Dónde están los asesinos?, es la pregunta que diariamente se plantea Eunice Blanco, hija de Olga Gómez, la mujer de 67 años asesinada, aparentemente, por sus tres inquilinos en Rebolo.

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Tres inquilinos son los principales sospechosos del crimen de la señora Olga María Gómez, de 67 años, ocurrido en el barrio Rebolo, suroriente de Barranquilla.

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La mujer fue encontrada atada de manos y pies con un lazo, al igual que su cuello con una camisa, el pasado 8 de mayo, en el marco del Día de la Madre. Hoy, nadie ha sido capturado.

El horroroso hallazgo ocurrió en horas de la tarde en la calle 17 No. 26-146, del popular sector, a las orillas del arroyo que es su homónimo.

Dos meses después, con la finalidad de conocer la trascendencia del caso, AL DÍA dialogó con Eunice Blanco, hija de la víctima mortal, quien aún recuerda como transcurrieron los días previos a esa fatídica noticia que recibió por teléfono.

Además, confirmó al haber ido a esa vivienda de color blanco con tonos verdes, en donde ya, tiempo después del hecho, moran otras personas.

Martes

El CTI de la Fiscalía realizando el levantamiento de la señora Olga Gómez.

Las visitas y llamadas por parte de la señora Olga María a su hija se hicieron constantes en lo que fue su última semana de vida, dejando pistas de lo que luego desencadenaría en su asesinato.

“En esa última semana mi mamá llegó mucho a mi casa. El martes estuvo aquí y me dijo que había estado en el médico, que le dolían las piernas y también me comentó que tenía unos inquilinos que no querían pagarle la plata, por lo que yo la regañé y le dije que siempre tenía ese problema, pero ella terminó por decirme que si no arrendaba las habitaciones con qué iba a sobrevivir”.

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Las tres personas, dos hombres y una mujer, habían llegado tan solo cinco días antes de ese terrible Día de las Madres. A su vez, Eunice aseguró que su mamá “le había dicho unos meses antes que ella quería vender la casa y salir de esa zona”.

Jueves

La hija de Olga Gómez relata a AL DÍA sus memorias de lo sucedido.

El miércoles quizá fue el único día en el que la mujer no recibió la visita de su madre, pero esta la llamó en el transcurso de ese día. El jueves ella regresó y volvieron a hablar.

“Ese día me dijo que le estaban llegando unos mensajes en donde le iban a depositar una plata porque era beneficiaria de unas cosas, entonces yo le comenté que tenía que comprar un chip y crear la cuenta de ahorros”, mencionó la hija.

Sin más que hablar, la señora Olga comió, reposó y se fue a su casa con la idea del chip para poder tener acceso al supuesto dinero que le iban a dar.

Viernes y sábado

Siendo las 6:30 de la tarde del viernes la adulta mayor llamó a su hija y le comentó de nuevo que sus inquilinos no querían pagarle el dinero del arriendo y que además le habían robado la plata de la comida. “No te vayas a poner a pelear con nadie le dije yo a ella, y le dije que iba al día siguiente”.

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El sábado llegó, pero Eunice no pudo ir, ya que tenía que esperar un pago de los almuerzos que vende: “Realmente se me hizo imposible porque yo vendo almuerzos, tenía que esperar que me pagaran, y pues la plata me la entregaron tarde, por lo que decidí ir el domingo (…) yo ya estaba notando algo raro, mi mamá no se había comunicado más conmigo luego de lo que pasó, ese sábado no supe de ella”.

Domingo: día de las madres

“Yo me levanto temprano, hice la compra y ya después como a las dos de la tarde tenía toda la comida lista para irme a donde ella a celebrar el día de las madres, como a las 2:30 me llaman y me dicen que a mi mamá la habían encontrado amarrada y sin signos vitales”, mencionó la mujer.

De inmediato, Eunice salió corriendo: “Cuando iba llegando vi a un montón de gente alrededor de la casa de mi mamá, entré por el callejón y vi la escena”.

El crimen

Uno de los residentes de una de las piezas que alquilaba la señora Olga fue quien halló a la mujer atada y sin vida. El hombre regresó de su trabajo a eso de las seis de la tarde del sábado, encontró la puerta delantera cerrada, por lo que decidió entrar por el callejón. La primera sospecha que encontró esta persona fue que el portón se encontraba cerrado, pero sin candado, objeto que rutinariamente la hoy asesinada acostumbraba a colocar.

El hombre ingresó y vio todo normal y muy tranquilo, quizá demasiado. Sin embargo se fue a dormir sin saber que a escasos pasos de su dormitorio se encontraba la escena del crimen. El domingo por la mañana se levantó y encontró todo en las mismas condiciones y con los mismos indicios de que algo había pasado con Olga.

El testigo se fue a trabajar y expresó su preocupación al dueño del granero donde laboraba.

No he sabido nada de la señora que me arrienda desde ayer—, comentó.

Por ello su jefe lo acompañó de regreso a la casa; tras incursionar mucho más en la vivienda dieron con las tres piezas que se encontraban en el patio, esas mismas que ella arrendaba, y observaron que la puerta donde se hospedaban los tres inquilinos “problemáticos”, estaba cerrada.

El hombre empujó la puerta y halló a la mujer atada e inerte. “Prácticamente dormí con su cadáver a pocos metros”, dijo el hombre.

“Hasta hace poco fue que regresé a esa casa”. Desde el momento del hecho Eunice no había querido regresar a la casa de su madre.    

 “Yo sufro de un problema en la cabeza y el médico me dijo que tenía que tener tranquilidad porque se me podían reventar los nervios por el estrés, por eso traté de tomar las cosas con calma y decidí no ir por un tiempo”.

Contó que su esposo y sus hijos recogieron las cosas de Olga, y que con el pasar de los días se animó a ir unas dos veces: “Fui, pero acompañada, sola no pude ir, hasta hace poco (30 de junio) porque tenía que arrendar la casa porque quizá la podía invadir cualquier persona”, esto haciendo referencia a que el sector en la que está ubicada es “peligroso”.

Inquilinos

En la descripción de “reservada” que hizo referencia su hija para con la señora Olga, tuvo un énfasis claro: “Ella no me comentaba nada de quién llegaba y quién se iba de esas piezas”.

El CTI de la Fiscalía se llevó el cuaderno de apuntes de la víctima mortal, en donde relacionaba a todos los clientes que llegaban, y a todos los que se marchaban. Sin embargo, hay una duda que ha rondado la cabeza de Eunice y es ¿por qué su madre volvió a aceptar a esas tres personas, si anteriormente habían tenido problemas con ella?

“Realmente no entiendo cómo hicieron ellos para que mi mamá les alquilara la casa, porque tuvieron inconvenientes y salieron de allí porque no le querían pagar el arriendo a mi mamá, la verdad no sé qué pasó”.

Finalmente, la mujer, con profunda tristeza, pidió esclarecimiento del hecho, pues han pasado dos meses sin siquiera tener la identificación de las personas que vivían con su madre.

“Las autoridades no han dicho nada, a los pocos días que ella falleció vinieron unos policías aquí y me pidieron unos datos y más nada. Estuve en la Fiscalía buscando al fiscal que lleva el caso, pero las dos veces que me acerqué en ningún momento estuvo (…) lo que yo realmente quiero es que el crimen de mi mamá no sea uno más del montón, que pueda esclarecerse pronto”.

Cabe recordar que Olga era natural de Ocaña (Norte de Santander), tenía más de 30 años de vivir en Barranquilla y de residir en el conocido barrio de la capital del Atlántico.

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