Historias

“Preparar muertos para mí no solo es un trabajo, sino un arte”, Marcela Díaz Salazar

La mujer que embellece a la muerte en el Magdalena.

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La muerte le ha enseñado a ser fuerte a Marcela Isabel Díaz Salazar. El miedo natural que muchas personas le suelen tener a los cadáveres, esta mujer oriunda de El Difícil lo ha convertido en respeto. Su labor de tanatóloga y conservadora de cuerpos, más que un trabajo para ella es un arte. Le ha puesto nombre porque es lo que más ama hacer y por lo que lucha a diario en un gremio machista, por la misma condición del oficio, el cual requiere de algo más que fuerza física, necesita alta dosis de valor y seguridad.

La historia de su inicio en esta profesión la cuenta con parsimonia, la misma que emplea al momento de implementar las diferentes técnicas para la preservación de los cadáveres en la zona del centro del departamento del Magdalena y gran parte del Cesar.

PRINCIPIO

Rememoró que en el 2003, ante la ausencia de un trabajo y estudios, emprendió su labor como asesora comercial en una funeraria en Valledupar. Ese fue el génesis de un estilo de vida que le tocaría enfrentar por el resto de sus días, eso le marcó su camino laboral y templanza espiritual.

Fue trasladada a Bogotá y luego a Villavicencio. En esta última ciudad el destino le gritó a voces que su profesión desde ese momento en adelante iba a ser la que desempeña actualmente.

Desde ese momento hacía los servicios con algo de temor. ‘‘Empecé a ver que por la escases de personal en las funerarias donde trabajaba y como ya tenía dos niñas por mantener, tenía que buscar la manera de sacarlas adelante como fuera. La única alternativa que veía era la de desempeñar esa labor, por lo que inicié la preparación profesional haciendo todo tipo de cursos en el Sena relacionados con el oficio para lograr la certificación”, dijo.

Agregó que “me rodeé de personas capacitadas para que me indicaran sus técnicas y así enriquecer mis conocimientos en donde debo mencionar a Manuel Lozano y David Bedoya, entre muchos más”, compartió. Es así como gracias a su desempeño trabajó en funerarias de Magangué, en Bolívar, al igual que Tierralta, en Córdoba, donde además le ha tocado obviamente preservar los cadáveres.

ADMIRADA

Cuando supo que se dedicaría en serio a la labor de tanatóloga compró implementos e igualmente ofrece sus servicios particulares, por lo que es ampliamente conocida y admirada en la zona donde trabaja. Le ha tocado laborar con todo tipo de casos, incluyendo diferentes causas de las muertes, desde accidentes de tránsito hasta suicidios. Igualmente ha preparado a todo tipo de personas, incluyendo el cadáver de una exconcejal.

Agregó que para desarrollar esta labor “se necesita fuerza física, pero con mucha práctica no me he dejado sacar, he luchado y me he ganado el respeto de mis compañeros”.

Sin duda alguna, lo más gratificante en este oficio que Marcela Díaz decidió desempeñar es el aporte a su vida espiritual porque más que un beneficio económico esto significa para ella evolución personal y un concepto claro sobre la vida.

“He aprendido a valorar a las personas que tenemos a nuestro alrededor, a decir un te quiero cuando se tiene que decir. Con mi trabajo me he dado cuenta que la vida es una ilusión, que no hay tiempo para guardar resentimientos. He aprendido a no amargarme por nada, porque todavía no he visto el primer muerto que se vaya con lo que tenía en la tierra”, puntualizó.

Por:

Ernesto Benavides Sierra

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