¿Qué Pasa?

39 años de cárcel al tipo que mató y desmembró a la tía

Jorge Eliécer Vélez Amador está en la Penitenciaria Distrital El Bosque.

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A 39 años y 3 meses de cárcel condenaron ayer a Jorge Eliécer Vélez Amador, 49 años, quien confesó haber asesinado y descuartizado a su tía Aracelis del Socorro Amador de García, 70 años, el pasado 7 de junio.

La condena la profirió el Juzgado Noveno Penal del Circuito de Barranquilla. Vélez Amador también quedó inhabilitado para ejercer funciones públicas durante 20 años.

El asesinato de Aracelis del Socorro Amador ocurrió en el apartamento 304 del edificio Lisboa, en la calle 94 No. 56-18, barrio Riomar, norte de Barranquilla.

El crimen se descubrió porque el portero y el administrador del edificio entraron al apartamento a investigar por qué la señora no les había contestado el celular, ni el teléfono fijo, durante la tarde del 7 de junio.

Esa misma noche Vélez Amador fue capturado y en la madrugada confesó que había matado a su tía, la desmembró y alcanzó a llevarse las piernas y los brazos para una tienda del barrio El Recreo, en la calle 56 con carrera 42, en Barranquilla.

Actualmente Vélez Amador está preso en la Penitenciaria Distrital El Bosque y durante las audiencias preliminares reconoció que había matado a su tía por “problemas económicos”.

“Pido perdón a mis primos, a Dios, a mi familia, a la justicia, a todo el mundo, no sé que me pasó, me dejé llevar por problemas económicos que tenía, estoy muy arrepentido y me allano a los cargos”, manifestó el confeso homicida.

En las audiencias también se supo que Vélez Amador arrastraba un pasado criminal que le impedía conseguir trabajo y mantener su hogar conformado por su esposa, una abogada, y dos hijos.

Vélez Amador tiene una anotación judicial por concierto para delinquir (06/04/2004) y otra por constreñimiento (01/09/13), en 2004 estuvo relacionado con el asesinato de un hombre en el barrio Boston, pagó nueve años de cárcel y quedó libre en 2013. En 1999 fue capturado en Medellín por porte ilegal de armas.

Con semejante prontuario su tía Aracelis fue la única que le tendió la mano y le ofreció que la ayudara a prestar y cobrar dinero al interés a cambio de una comisión.

Dos veces a la semana el hombre llegaba al apartamento de su tía, ubicado en el exclusivo sector de Riomar, y le entregaba cuentas. Para los vecinos era habitual verlo ingresar a edificio en una camioneta Toyota Prado, de dos puertas, color blanco.

Aracelis, natural de San Juan de Nepomuceno, era viuda y manejaba dinero porque hacia negocios, sobre todo con ganado, además sus hijos son profesionales y llevan una vida solvente.
Los vecinos también contaron que la mujer consideraba a Vélez Amador como un hijo y siempre hablaba bien de él.

¿Cómo la mató?

Con base en el relato de los vecinos y la confesión de Vélez Amador se sabe que entre 10:00 y 10:30 de la mañana del viernes llegó al edificio Lisboa a entregarle cuentas a su tía.

Lo normal era que las visitas de Jorge fueran rápidas, pero la del viernes se prolongó hasta el mediodía, cuando empezó a llover fuerte. Una vecina escuchó en el apartamento 304 “como un movimiento de sillas y algo que caía al piso” pero no le puso cuidado porque pensó que se trataba de algún accidente doméstico sin importancia.

Cuando escampó Jorge desmembró el cuerpo, le quitó los brazos y las piernas. El tronco, con la cabeza intacta, lo envolvió en la alfombra de la sala y la amarró con una cabuya. Salió con las bolsas donde llevaba las extremidades y las prendas que había manchado con sangre, subió todo en el ‘baúl’ de la Toyota y se fue, eran aproximadamente las 5:30 de la tarde.

Mientras Jorge iba hasta el barrio El Recreo, dejaba las partes de su tía en la heladera de una tienda, dejaba las otras bolsas en una esquina y llegaba a su casa para bañarse, cambiarse y almorzar, los vecinos de Aracelis empezaron a llamarla para preguntarle por una humedad que tenía en un cuarto y que venía del apartamento de arriba.

Extrañados y asustados por el silencio de Aracelis y la actitud extraña de Jorge el administrador del edificio y un portero subieron al apartamento de Aracelis y encontraron que la puerta aparentemente estaba cerrada, pero en realidad estaba abierta, ya que en la cerradura habían puesto un ‘taco de papel’.

Los hombres entendieron que algo raro había pasado, entraron temiendo lo peor y se encontraron de frente con la macabra escena.

Como lo presentían Aracelis estaba muerta, su cadáver envuelto como una oruga en el tapete de la sala y junto había martillo de hule, varias hojas de segueta, un hacha de mano, bolsas plásticas, limpiadores.

El ambiente estaba corrompido por un nauseabundo olor mezcla de sangre, fluidos y muerte que inundaba cada centímetro del apartamento.

A las dos horas Jorge y su mujer regresaron al edificio Lisboa. Al principio el hombre negó ser el autor del homicidio. Con el paso de las horas la presión de los vecinos, las dudas de la esposa y las evidencias que iban aumentando fueron acabando con la confianza de Jorge y pasada la medianoche se quebró, confesó ser el autor del crimen y reveló donde había escondido las extremidades del cadáver.

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