¿Qué Pasa?

El plan para el atentado contra la Policía se puso en marcha desde diciembre

El acto criminal había costado unos $3 millones.

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El atentado terrorista que el sábado le costó la vida a 5 policías y dejó heridos a otros 38, al parecer em­pezó a desarrollarse desde diciembre del año pasado. Así se desprende de las pesquisas de los investigadores judiciales, que lo­graron establecer que Jefferson To­rres Mina, coautor del ataque, se en­contraba desde ese mes en territorio atlanticense; y que entre el 30 y 31 compró una motocicleta en un conce­sionario de la calle 47 con carrera 21.

[VER: Este es el retrato hablado del otro presunto responsable del atentado en Barranquilla ]

Para la Fiscalía esto no es un dato menor, pues en la factura de compra del vehículo hay detalles valiosos con los que se pueden escudriñar otros movimientos del individuo.

[VER: VIDEO | Este sería el otro responsable del atentado en San José ]

Por ejemplo, según el ente inves­tigador, en el documento aparece un número telefónico que es rastreado afanosamente.

Con el número del equipo celular los detectives también pueden determinar los puntos de la ciudad y del Área Metro­politana desde los que salieron y entra­ron llamadas. Esto permitiría conocer los lugares que Torres Mina visitó desde su llegada al Departamento.

Igualmente con su número de cédula, señaló una fuente del ente investigador, se pueden obtener otros datos relaciona­dos con documentación personal y trá­mites generales del individuo.

LA COMPRA DE LA MOTOCICLETA

Este medio conoció que Jefferson To­rres Mina visitó en horas de la mañana del pasado viernes 29 de diciembre, un concesionario de ventas de motocicletas del barrio San José. Cotizó una motocicleta Honda Dream Neo 2018, color negro-rojo-plata, cero ki­lómetros, que tiene un precio neto de $3 millones 250 mil.

Foto tomada de: El Heraldo.

Personal de venta del negocio lo des­cribieron como alguien con aspecto de estar en una buena posición económica. “Llegó con cadenas de oro, un buen reloj y un conjunto de ropa deportivo de marca. Su acento era raro, por lo que le pregunté si era sanadresano, pero me di­jo que no, que era caleño. Miró los mode­los y dijo que al día siguiente regresaría con el dinero”, expresó el testigo.

Así identificaron a Jefferson Torres Mina:

El sábado 30 de diciembre Torres Mina llegó temprano al negocio, compró y pa­gó en efectivo el precio de la motocicleta que había escogido.

Esta vez vino acompañado de un hom­bre de unos 50 años, que lucía gafas, de piel blanca, contextura delgada y acento costeño. La Policía prepara un retrato hablado del individuo.

“La moto se facturó el día 31. Pero en realidad el negocio se hizo el 30. Cuando hacíamos el trámite le pregunté la direc­ción de la residencia para llevársela. Dijo que vivía en Villa Karla, en Soledad, pero que no recordaba la dirección. Entonces le dijo al acompañante: ‘Mompa, ponga­mos la dirección de la casa de tu herma­na, que es por aquí cerca’…”, recordó el empleado del concesionario.

La dirección suministrada por los in­dividuos fue calle 41 No. 20-79. Sin em­bargo, este domicilio no figura en la no­menclatura. “Esto demuestra que los compradores conocían el sector, o por lo menos habían estado dando vueltas por el barrio. La ca­sa no aparece. De la 77 se salta a la 81 y la 79 no existe”, precisó un investigador adscrito al caso, consultado por esta ca­sa periodística.

El 4 de enero Jefferson Torres Mina re­gresó al negocio con el acompañante del 30 de diciembre, y pagó los documentos de la motocicleta, $600 mil, también en efectivo.

Luego la pareja volvió al concesionario el 11 de enero, compraron dos cascos por $220.000, y se fueron en la moto recién ad­quirida. La placa asignada es la PAL 45E. En este momento de la investigación se desconoce el paradero de este vehícu­lo, que también es buscado.

De acuerdo con las investigaciones, Torres Mina habría permanecido por va­rios dias en Soledad 2000, y sería quien habría activado el domingo 28 de enero el artefacto explosivo que destruyó el CAI del barrio y que dejó heridas a sie­te personas.

Se supo que el prófugo terrorista es­tudió antropología, filosofía y ciencias políticas.

¿$3 MILLONES COSTÓ EL ATENTADO?

Entre tanto del procesado Cristian Ca­milo Bellón Galindo, que anoche durmió en la Penitenciaría de Valledupar, la Fis­calía le encontró en una habitación en la que residía en Soledad una libreta de no­tas en la que figura la compra de varios elementos que los investigadores presu­men fueron utilizados para la elabora­ción de los dos artefactos explosivos que volaron la estación de Policía del barrio San José.

El listado incluye puntillas, clavos, go­ma, guantes de látex y material PVC, que según expertos antiexplosivos hacen parte de la llamada ‘metralla’, que los te­rroristas le incluyen a la sustancia explo­siva para aumentar su capacidad de daño y destrucción.

En la compra de estos componen­tes Bellón habría invertido la suma de $2.077.000, de acuerdo con las facturas de venta que le hallaron registradas. Como ya han informado las autorida­des, por lo menos una de las cargas con­tenía 3.5 kilos de explosivos, lo que la ha­cía muy letal.

Otro recibo de compra hallado entre las pertenencias de Bellón Galindo es por cuantía de $1.020.000, y aparece factura­do en la adquisición de tres radios portá­tiles de comunicación marca Yaesu FT 270, de fabricación japonesa. Esta operación la cerró en un local del centro comercial Fedecafé, en Paseo Bo­lívar con la carrera 46.

En esa negociación estuvo acompa­ñado del ahora fugitivo Jefferson Torres Mina. Estos equipos son fundamentales pa­ra el estallido de los artefactos a control remoto.

SE LE CAE COARTADA A BELLÓN

Los recibos de compra de los tres radios de comunicación Yaesu en po­der de Bellón, hacen que se le caiga la coartada que le argumentó al fiscal 11 Rodrigo Restrepo, cuando le dijo que el equipo que le encontraron al momento de la captura se lo había facilitado un pariente para que se familiarizara con su manejo,pues estaba en procura de un trabajo como vigilante e iba a utili­zar un equipo de estas características.

Vale recordar que en el lugar en el que se produjeron los estallidos de las detonaciones, los peritos explosivis­tas de la Sijín hallaron fragmentos de dos equipos de radio, que junto al de­comisado a Bellón, serían los tres que compró en Fedecafé para la acción te­rrorista.

Otra de las estratagemas del bogo­tano Bellón para eludir su responsa­bilidad, y que quedó sin piso tras el interrogatorio del fiscal Restrepo, es aquella en la que dijo que había llega­do a Barranquilla a disfrutar del Car­naval.

Si está desempleado, como afirmó, y andaba en busqueda de trabajo de vigi­lante, con qué dinero se iba a rumbear el Carnaval, le refutó el fiscal.

La otra coartada que se le cae es la del desempleo, ya que no obstante es­tar cesante realizó las compras men­cionadas por cuantía de $3 millones. Bellón Galindo, de 31 años, oriundo de Bogotá, y con vínculos con el Eln de acuerdo con procesos en Fiscalía que lo vinculan a esa organización; le dijo igualmente al fiscal Rodrigo Restrepo que llegó a Barranquilla el sábado 13 de enero procedente de Cúcuta, y que para permanecer aquí había arrendado una habitación en una casa de Soledad, por la que pagaba $100 mil mensuales.

Sin embargo, dijo que desconocía la dirección exacta del inmueble, y la identificación de la familia que le arrendó la pieza.

El sujeto dijo que iba caminando para el Centro, que ve­nía de Soledad y que se había bajado en la calle 30.

CRISTIAN BELLÓN EN VALLEDUPAR

Bajo estrictas medidas de seguri­dad se cumplió miércoles el traslado de Cristian Bellón Galindo de la URI de Barranquilla a la Penitencia­ría de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar. Este sujeto fue cobijado con medida de aseguramiento como au­tor del atentado terrorista del pasado 27 de enero en la estación de la Policía del barrio San José, que dejó 5 uniformados muertos y 38 heridos.

El operativo de movilidad comenzó so­bre el mediodía. Bellón Galindo salió de la URI de la Fiscalía portando un chale­co antibalas.En una camioneta gris lo trasladaron al Batallón Paraíso, donde lo esperaba un helicóptero en el que lo lle­varon al aeropuerto Ernesto Cortissoz.

Bellón fue conducido en un avión de la Policía hasta la capital del Cesar. A la 1:15 de la tarde se produjo su ingreso a la Pe­nitenciaria vallenata. El procesado ves­tía el mismo jean azul y camiseta negra que lució en Barranquilla el martes du­rante la audiencia. También conservó el chaleco antibalas. Cristian Camilo Bellón enfrenta cargos por homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado en con­curso homogéneo y sucesivo, terrorismo agravado, fabricación, tráfico y porte ile­gal de armas de fuego, municiones de uso privativo de las Fuerzas Armadas, utiliza­ción ilícita de redes de comunicaciones y maltrato animal agravado.

Con información de: Kenji Doku.