¿Qué Pasa?

Físico o psicológico, el maltrato deteriora el cerebro femenino

Problemas de atención, memoria y disfunciones cognitivas son algunas de las secuelas de la violencia contra la mujer, según un estudio realizado en barranquilleras.

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Elizabeth Rodríguez* tenía 15 años cuando empezó una relación con un joven de su colegio a quien conocía desde que eran niños.

Cuando el noviazgo tenía un mes su pareja empezó a pedirle “favores”, “sacrificios” que ella debía hacer para demostrarle que lo quería. Con el tiempo le aisló de sus amigos, controló su forma de vestir, le prohibió conversar con otros hombres e incluso intervino en su forma de hablar y de reír.

Llegaron los insultos, los gritos, los manoteos, los empujones, las amenazas. Después se volvió más físico, y así fue empeorando hasta que cumplió 21 años.

“Siempre aumentaba”, manifestó.

Elizabeth, habitante del barrio Villa Carolina, psicóloga de profesión con un posgrado en Psicología Jurídica y Forense, no comprendía por qué estuvo tanto tiempo en una relación tan destructiva.

La principal arma que ejercía contra ella era la “desvalorización”, la humillación y el menosprecio.

“Los momentos felices fueron muy pocos, casi ni los recuerdo. Yo siempre me consideré feminista, en mi familia nunca vi algo así, he tenido claras mis metas y ambiciones profesionales y personales. La verdad no sé qué ocurrió (...) Una vez vi el violentómetro y leía los ‘criterios’ que allí aparecían como alerta sobre la violencia de pareja y empecé a tachar lo que él me hacía a mí. Taché casi todo”.

Para Elizabeth, el maltrato no es solo “emocional”, también repercute en lo “cognitivo” porque según ella “te vuelves más lenta”.

“Vivir en una situación de estrés casi que a diario, biológicamente también hace mucho daño”, afirmó.

Investigación

Nathalia Quiroz, doctorante en Psicología y Carlos De los Reyes, profesor de Psicología Universidad del Norte, son autores del estudio ‘Impacto de la violencia de pareja sobre el funcionamiento neuropsicológico en mujeres víctimas’.

Para ahondar en los patrones de violencia, analizaron 170 denuncias de maltrato que involucran como perpetradores a parejas y exparejas. De ahí, establecieron que el 77,6 % de las lesiones ocurren en la cabeza, cara y cuello.

“Al observar un patrón pudimos percatarnos de que las mujeres estaban sufriendo consecuencias a nivel cognitivo porque los golpes eran repetitivos en esas áreas. Pensamos que algo podía estar pasando en a nivel cerebral”, manifestó Quiroz.

De los Reyes, por su parte, explica que la investigación nace del interés de conocer el impacto en las habilidades cognitivas de la violencia física y psicológica.

“Para tomar decisiones se necesitan habilidades cognitivas, para hacer un préstamo a un banco, para tomar un trabajo e incluso, para seguir o no con una persona. Es necesario una buena capacidad de criterio, de planificación de prever las consecuencias de una decisión”, dijo.

Los investigadores explican que la violencia psicológica no es tan visible y hay un tipo de violencia física que no es tan grave; sin embargo, los estrangulamientos y golpes en la cabeza no tan contundentes, pueden generar ciertas dificultades.

“Primero investigamos qué información había sobre la violencia contra la mujer en Barranquilla y encontramos que no importa el estrato o el nivel educativo. Las que reportaron hechos de violencia, en casi al 90% de los casos, fueron víctimas más de una vez. Esto nos plantea que cuando hay una lesión en la cabeza, no tan grande para que haya pérdida de conocimiento, ni es tan grave por tratarse de un traumatismo craneoencefálico menor, no hay demasiado daño del tejido cerebral; pero cuando hay traumatismos repetitivos, pueden generar a largo plazo una alteración cognitiva y de la salud mental”, apuntó De los Reyes.

En la segunda etapa del proyecto fueron estudiadas en tres grupos mujeres que sufrían de violencia psicológica, violencia física y psicológica, y otras que no sufrían ningún tipo de violencia.

“Encontramos alteraciones en las habilidades cognitivas. Lo interesante es que en varias de las habilidades evaluadas no había diferencia entre las mujeres que habían sufrido violencia física y las que solo sufrían violencia psicológica”, explicó Quiroz.

Según los investigadores algunas de estas alteraciones se reflejan en la capacidad de atención, memoria, velocidad de procesamiento y disfunción cognitiva.

Niveles de cortisol. De los Reyes explica que el estrés es adaptativo.

“Evolutivamente, si el hombre siente una amenaza el cuerpo se activa fisiológicamente y reacciona por el estrés, libera cortisol, se acelera el corazón, se dilatan las pupilas, pero después vuelve a la normalidad cuando pasa el peligro. En este caso las mujeres tienen un estrés crónico porque viven con una persona que constantemente las lastima, insulta y humilla. Sus niveles de cortisol son altísimos”.

Quiroz, que en esta fase del proyecto tomó para el análisis muestras de cortisol del cabello de las víctimas, explica que en el largo plazo esta sustancia lesiona los tejidos cerebrales, sobre todo, los asociados con la capacidad de memoria, atención y toma de decisiones.

Elizabeth, recuerda con un asomo de dolor el tiempo en el que no podía rendir en sus estudios o en el trabajo por “una difícil relación”. El miedo era una condición inmanente a su ser cuando en los ataques de ira de su antigua pareja destrozaba objetos o incluso aceleraba el auto amenazando con matar a ambos.

“La atención, la memoria, la concentración. Ya no era igual. Cuesta mucho hacer varias cosas al mismo tiempo, a diferencia de antes, igual que el rendimiento en el trabajo, o en lo académico o incluso en nuestras actividades cotidianas, todo eso disminuye. A nadie le gusta sufrir ni que lo maltraten, pero el desapego es muy difícil. Es como aprender a vivir de nuevo”.

Día Mundial

Es posible que mientras usted lee este artículo alguna mujer esté siendo maltratada en el país. En Colombia, según datos de Medicina Legal, 100 mujeres son violentadas al día por su pareja o expareja.

Según el boletín epidemiológico de Violencia contra las mujeres de esa entidad, comparativo 2018 y 2019, se registraron desde enero de 2018 hasta febrero 20 de 2019, 1.080 homicidios de mujeres, mientras que en el mismo periodo del año anterior hubo 1.068.

En cuanto a la violencia intrafamiliar se registraron 18.852 frente a 18.556 del año anterior. Respecto a los casos de violencia de pareja de esa misma fecha fueron registrados 47.204, una disminución de 913 casos frente a los 48.117 de 2018.

Según el boletín epidemiológico semanal BES, de la Vigilancia en salud pública de género en intrafamiliar del Instituto Nacional de Salud, Barranquilla presentó un aumento significativo en casos de violencia de género e intrafamiliar, respecto al promedio acumulado entre los años 2012 a 2018 junto a Antioquia, Córdoba y San Andrés.

Pasó de 616 casos a 1.722.

A la fecha se han registrado 41 asesinatos a mujeres de los cuales, según Vanessa Manotas, abogada del Movimiento Amplio de Mujeres de Barranquilla, se estima que al menos 10 son feminicidios.

Las cifras mundiales son alarmantes. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental.

La Organización de las Naciones Unidas afirma que la violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la que disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

Este lunes 25 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.

* Nombre cambiado a petición de la entrevistada.