¿Qué Pasa?

La burla de los presos a la detención domiciliaria

A pesar de que algunos portan brazaletes electrónicos, la medida no es respetada.

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En las calles de Valledupar es frecuente que la Policía recapture a personas que debían estar pagando detención domiciliaria. Solo este año, 10 presuntos delincuentes cobijados con esa medida han vuelto a ser aprehendidos, algunos reincidiendo en actividades ilícitas.

La situación pone de presente la burla de la restricción a la libertad en sitios de domicilio y la falta de efectividad de los controles del Inpec, incluso muchos han sido sorprendidos portando brazaletes electrónicos.

Tal es el caso de Osneider Fuentes, de 28 años, quien pese a estar cumpliendo una condena, teniendo casa por cárcel, fue detenido por las autoridades tras participar presuntamente en el asesinato de un taxista en medio de un atraco en el barrio Casimiro Maestre.

Este hombre ya había sido judicializado por fabricación, tráfico y porte de armas de fuego y municiones; sin embargo, habría estado involucrado en el crimen llevando puesto un brazalete del Inpec. Además del homicidio, le imputaron fuga de presos.

Otro, del elevado número de evasión a la medida de la justicia, pese a los brazaletes que deberían mantener controlados a los detenidos en su domicilio, es el de Isidro Maldonado, de 54 años, quien fue sorprendido por una patrulla en el barrio La Victoria violando la restricción, encontrándole en su poder dos gramos de bazuco, por lo que nuevamente fue dejado a disposición de la Fiscalía y posteriormente enviado a la cárcel por un juez.

En un hecho más reciente, la semana pasada, un detenido con domiciliaria fue asesinado de dos puñaladas, luego que saliera de su casa con el brazalete del Inpec a tomar licor en un establecimiento público en la Ciudadela 450 Años.

Helmer Audrey Becerra fue atacado a cuchillo en una riña que sostuvo con un amigo con el que momentos antes había departido en un billar, cuando debía haber estado cumpliendo la restricción de su libertad.

NO HAY CAPACIDAD PARA CONTROLARLOS
En Valledupar, actualmente hay 1.200 presos con detención domiciliaria y son vigilados solo por dos guardianes del Inpec, que le pasan revista, por lo que muchos de estos se encuentran fuera del lugar que les fue asignado por un juez para cumplir con esta medida.

Una fuente del Inpec consultada por AL DÍA dijo que “resulta humanamente imposible” vigilar a todos los detenidos con domiciliaria. Es un trabajo de mucha demanda, y por más esfuerzo que se haga, jamás se puede tener una cobertura total al tiempo. No hay capacidad para ponerle un guardia a cada interno”.

En promedio, según la fuente, de cada 100 presos con domiciliaria, 15 no se encuentran en su sitio de detención, desconociéndose su paradero.

Y no solo la irregularidad se registra en esta capital. Según cifras de la Policía en el Cesar, hasta el 31 de marzo pasado se habían capturado 582 personas en diferentes municipios de este departamento, de las cuales 31 fue por el delito de fuga de presos.

De acuerdo con datos del Inpec hasta el año pasado en toda la Región Caribe 1.437 personas se encontraban vigiladas por medio de brazaletes electrónicos. En la Cárcel Judicial de Valledupar, 52 internos tienen esta medida ya que luego de que el juez emite la condena o la medida privativa de la libertad, los detenidos quedan a disposición de este centro carcelario, mientras que la Penitenciaria de Máxima y Mediana Seguridad, La Tramacúa, tiene 5.

CÓMO FUNCIONAN LOS BRAZALETES
AL DÍA obtuvo información de cómo funciona este dispositivo que está equipado con una unidad llamada ‘Smart Tag’ que posee dos tipos de señales, GSM y GPS. Adicional a esto, la correa que abraza el tobillo del procesado posee fibra óptica, que manda una señal al sistema cuando está siendo violentada.

El sistema posee un perfil para cada recluso. Al hacer clic en su nombre, se abre una interfaz con sus datos, y por cuál crimen está sindicado. En esta misma interfaz aparece su localización, la potencia de la señal, porcentaje de batería, si está cargando en ese momento y el estado de la correa.

Además hay un registro de cada vez que se mueve el portador del brazalete, el espacio de tiempo en el que se movió, dónde se detuvo y la velocidad a la que se desplazó. Esta medida se toma con coordenadas de longitud y latitud con sus respectivos minutos y segundos para hacerla lo más precisa posible.

De acuerdo con la información de empresa Buddi, una de las contratadas por la Uspec para prestar el servicio, la carga del electrónico puede durar de 1 a 3 días. Este es recargado a través de un cargador inalámbrico que se coloca encima del ‘Smart Tag’. Una vez instalado, el cargador de 240 gramos de peso demora alrededor de 2 horas en cargar.

Al momento de la instalación del brazalete son colocados dos seguros. Estos se parten con facilidad ante cualquier movimiento, dejando una huella visible del intento de vulnerar el dispositivo. La única forma en la que, de acuerdo con la empresa, se puede remover el ‘Smart Tag’ es a través de una herramienta que se asimila a una pinza. Esta aplica presión en unos puntos específicos y se suelta un lado de la correa.

LA ALERTA SE ENVÍA A BOGOTÁ
Un miembro del sindicato del Inpec le contó a este medio que existen dos situaciones que se presentan con frecuencia.

La primera ocurre cuando el Centro de Monitoreo de Brazaletes Electrónicos del Inpec recibe una alerta y esta reporta la situación a los encargados en la ciudad.

“Bogotá envía a la cuadrilla el reporte, pero se demora mucho en ir a verificar, a veces hasta ocho días, por represamiento”, detalló el funcionario del Inpec.

“Cuando por fin la cuadrilla llega al domicilio la persona siempre sale con alguna excusa o accidente casero, se envía ese reporte a Bogotá y vuelve y normaliza el brazalete”, agregó.

Por otra parte, la segunda situación a la que hace referencia el activo del Inpec es la batería recargable del brazalete.

“Cuando un juez le dictamina vigilancia con brazalete, el procesado adquiere la responsabilidad de cargarlo todo el tiempo que no se esté usando”, manifiesta el sindicalista del Inpec.

Entonces, lo que el portador hace es “esperar a que se descargue y esto manda una señal a la central de que no está funcionando, pero no registra los movimientos que hace la persona”, explicó el funcionario del Inpec.

Otra de las medidas que se ‘ingenian’ los presos con brazaletes para engañar al sistema es colocárselo a una mascota que permanezca dentro de la casa o dejarlo sobre un artefacto electrónico que tenga vibración constante como la nevara, de esta manera el dispositivo estará en movimiento en un mismo lugar.