¿Qué Pasa?

Se evocó la época “Marimbera”

Con la persecución de la avioneta cargada de cocaína en los cielos de Manaure.

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Uno de los episodios más recordados durante la llamada bonanza ‘marimbera’ en La Guajira fue el ocurrido en la Alta Guajira, cuando un piloto norteamericano fue asesinado por un grupo de personas, después que este decapitara a un wayuu con una de las alas de la avioneta durante el aterrizaje.

El indígena era Simón Barros, dueño de una de las pistas clandestinas ubicada en el sector de Bahía Honda, donde aterrizaban las ‘avionetas marimberas’, como eran llamadas las que llevaban la marihuana hacia otros países.

El hecho sucedió una noche, entre los años 1975 y 1976, cuando el wayuu intentaba mostrar el camino a la aeronave con una antorcha para que esta aterrizara. El piloto no se dio cuenta de que estaba bastante cerca y le cercenó la cabeza.

“En esa época habían muchas pistas clandestinas y artesanales, sobre todo en la Alta Guajira, donde era posible armar una en cualquier pedazo de terreno que se nivelara para que las avionetas aterrizaran”, asegura el periodista riohachero Édgar Ferrucho.

Explica también que a cada una de ellas le ponían el nombre del dueño de la ranchería o del territorio, como esa del señor Simón, quien era el padre de José María Barros Ipuana, conocido como ‘Chema Balas’, extraditado en el 2007 hacia Estados Unidos por narcotráfico y condenado en Colombia por la masacre de Bahía Portete, en la que murieron 12 personas en el 2004.

Este recuerdo lo trae a colación Ferrucho, después de que el pasado 30 de octubre, la Fuerza Aérea Colombiana obligara a aterrizar una avioneta Cessna 210 que estaba cargada con 356 kilos de cocaína. El aterrizaje fue en una antigua pista de la empresa IFI Concesión Salinas del municipio de Manaure.

AVIONETA DEL CESAR, ATRACTIVO TURÍSTICO

Hace 30 años fue inmovilizada esta aeronave, la cual se encuentra como atractivo en el parque El Helado, en Valledupar. En La Guajira, muchos rememoraron esa horrible y violenta época en la que el departamento sufrió un cambio rotundo en sus costumbres y en la vida de sus habitantes y en la que se perdieron muchas vidas.

Varias personas recordaron que una mañana de los años 70, cuando Riohacha amanecía con un cielo despejado, también un avión de la FAC persiguió durante varios minutos a una de esas avionetas cuyo piloto se negaba a salir del casco urbano, seguramente para evitar ser derribado. Ferrucho relata que “ese día salí al patio de mi casa y, así como yo, muchos pudimos presenciar ese hecho, que no era extraño porque estábamos acostumbrados al ir y venir de las avionetas marimberas”.

El escritor guajiro Fredy González Zubiría, actual gerente del Fondo Mixto para la Artes y la Cultura de La Guajira, es cribió en el 2012 para la revista Latitud de El Heraldo, el artículo titulado Tiempos de locura: ‘La bonanza marimbera’, en el que relató cómo “los propios vehículos oficiales de la Policía sirvieron para iluminar las pistas clandestinas en la Alta Guajira”.

LA GENEROSIDAD CON LOS POLICÍAS

Dice que esto se debe a lo generosos que eran los ‘marimberos’ con los uniformados. “En la primera etapa de la bonanza, decenas de agentes de la Policía salieron de pobres durante su servicio en La Guajira, y no pocos oficiales se hicieron millonarios.

Las anécdotas son interminables. Un ‘exmarimbero’ narró que en una ocasión fue tan jugoso el pago a cuatro policías, y quedaron tan contentos, que ayudaron a cargar la marihuana en el camión, y luego hicieron el viaje en la parte de atrás hasta las afueras de Manaure, para garantizar que no los molestaran”, escribió González.

DE COMPRAS A MIAMI

Agrega que “las mujeres fueron las clientas preferidas de las boutiques más exclusivas de Barranquilla y Miami, a esta última ciudad viajaban en sus avionetas privadas”. Así que en La Guajira debían haber muchas pistas para el aterrizaje y des pegue de las numerosas aeronaves que usaban los ‘marimberos’ para sus negocios y viajes de placer.

Un informe de la época indica que el Ejército colombiano y las autoridades norteamericanas destruyeron al menos unas 150 aeronaves, incluido un avión DC7 de fabricación estadounidense.

AÚN HAY RASTROS DE LA ÉPOCA

Además de todos los males que dicen los guajiros que dejó esta bonanza de la marihuana en el departamento, hay rastros físicos de las aeronaves que usaron los contrabandistas de la hierba para llevarla hacia el exterior y traer los dólares con los cuales cancelaban los cargamentos.

En el aeropuerto Almirante Padilla de Riohacha aún permanece una avioneta de color blanco, con una franja roja y otra café, como un monumento perenne de lo que fue esta terrible época. Allí se encuentra hace aproximadamente 38 años y al principio era un atractivo para habitantes y visitantes, pero después fue quedando en el olvido, incluso por parte de las autoridades, que no se han preocupado por quitarla del lugar, por lo que ya se ha convertido en parte del paisaje.