Lugar de los hechos.
Lugar de los hechos. Hansel Vásquez
¿Qué Pasa?

Familiares claman esclarecimiento de los seis asesinatos en el barrio Las Flores

La madre de una de las víctimas aseguró que “el comandante debía verificar primero quiénes eran los jóvenes que se encontraban allí. Ellos estaban en el lugar y momento no indicado, no eran delincuentes".

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Solo tres cuadras hay de distancia entre el negocio del barrio Las Flores, donde ocurrió la masacre del este lunes 12 de septiembre, y la residencia de Dani Daniel De la Hoz Correa, una de las seis víctimas fatales que dejó el hecho.

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De la Hoz Correa, de 33 años y supervisor de Seguridad Industrial en Energía Solar – ES Windows, empresa miembro de Tecnoglass Inc., había decidido en la tarde-noche del domingo 11, día de su descanso, salir de su casa para ir al estadero a tomarse unas cervezas y, de paso, compartir con la otra gente del barrio.

Así lo manifestó Luis De la Hoz, padre de Dani Daniel. En diálogo con AL DÍA, el hombre relató que su hijo había estado lavando ropa, lo que comúnmente hacía cuando estaba de descanso, y luego de finalizar los quehaceres quiso ir al negocio de la vía principal del barrio, en donde está prácticamente concentrada toda la zona comercial.

“Él estuvo de turno la noche anterior (sábado) y salió a las 7:00 de la mañana del trabajo. Llegó a la casa y se colocó a lavar, era lo que hacía cuando quedaba de descanso. Sin embargo, hacia las 5:00 de la tarde me dijo: papi voy un momentico a la vía, para tomarme unas cervezas”, recordó De la Hoz.

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Después, según el hombre, “por la madrugada, pasadas las 12:00 se escucharon los disparos que fueron tremendos. Sentí el pum, pum, pum. Salgo a la puerta y me dicen que habían matado a Dani”.

Este agregó que cuando su hijo fue trasladado al Paso del barrio Las Flores “ya estaba muerto”.

“Era trabajador”

Yossimar De la Hoz Correa, hermano de Dani Daniel, contó en la mañana de ayer martes la evolución de este en la empresa para la cual trabajaba desde hacía 10 años.

“Nosotros desmentimos todo eso que dijo la Policía sobre la pugna entre las bandas delincuenciales porque mi hermano era un hombre trabajador. Comenzó a trabajar como aseador, pudo superarse y comenzó a estudiar. La fundación de la empresa lo ayudó, se graduó y, luego de eso, le dan la oportunidad de ser supervisor de seguridad industrial”, reveló Yossimar.

Agregó que “nos han dolido las declaraciones de las autoridades, porque murieron personas inocentes, que no eran criminales. Buen amigo, buen hijo y hermano. Se encontraba en el momento y lugar equivocado”.

Por su parte, sumida en el dolor, Greys Villa aseguró que nunca olvidará el momento en el que le fueron a avisar que a su hijo Chelo José lo habían baleado en aquella madrugada de terror que se vivió el lunes. El joven, de 22 años, es otra de las víctimas mortales de la matanza.

Discreto, callado, comprometido, con ganas de salir adelante, respetuoso con sus seres queridos y fanático de tener muchos amigos. Así definió a Chelo su progenitora.

Con el retrato de su hijo junto a ella, arreglos florales y un altar, la madre de la víctima habló sobre el episodio violento que le arrancó a su “niño”: “Ya no hay nada que me devuelva la vida de mi hijo, pero si Dios me pusiera a escoger a alguien, lo escogiera de nuevo a él”.

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“A eso de las 11:00 de la noche del domingo salió mi hijo con su novia a comprar comida a la Vía 40. Al llegar se acercaron a saludar a unos amigos de ellos que estaban en el estanco y se quedaron un rato ahí. Después vinieron estas personas que empezaron a disparar”, narró la progenitora del joven.

La mujer indicó que la pareja de Chelo le contó que “ambos corrieron para lados distintos. Ella observó que los tiros lo impactaron en la cadera y se devolvió a auxiliarlo porque estaba en el suelo. En ese instante, el sicario también se devolvió y le apuntó a ella. Me dijo que su acción fue taparse la cara, dándole la espalda al hombre, pensando que igualmente le iba a disparar”.

La jovencita, al notar que se trató solo de una amenaza y que los sujetos habían huido, volvió a acercarse al joven: “Ella y un vecino, que también resultó herido, lo llevaron al puesto de salud, y allá ingresó consciente”.

“De inmediato salí hacia el lugar, busqué a mi hijo, ya estaba canalizado, pero se había desangrado”. Para Greys su objetivo era salvar a su Chelo, y por eso tomó una motocicleta para trasladarlo a otro centro asistencial. “Al parecer, una de las balas le dañó una de las arterias. Lo llevé hasta la Clínica Portoazul, allí los médicos me dijeron que no pudieron hacer nada”.

Acevedo Villa recibió dos heridas con arma de fuego, una en el estómago y otra a la altura de la pelvis.

“Debían verificar”

Sobre los señalamientos de las autoridades sobre el ataque sicarial, Greys indicó: “El comandante debía verificar primero quiénes eran los jóvenes que se encontraban allí. Ellos estaban en el lugar y momento no indicado, no eran delincuentes, hablo por mi hijo y por los otros cuyas mamás se encuentran en la misma posición que yo”.

Además, coincidió con la observación de muchos testigos: “No hubo apoyo de las autoridades, el CAI está a escasos 100 metros. No fue un tiro, se trató de una ráfaga de balas que debía hacer automáticamente que la Policía llegara ahí”. Acevedo Villa era el hijo menor de la familia, había estudiado mecánica diesel y su dedicación lo llevó a cursar natación, inclinándose por el buceo.

Pudo ser peor

Jossimar Andrés Tapia Acuña fue uno de los sobrevivientes de la masacre. El joven, de 25 años, quien se dedica a la instalación de aires industriales, relató los momentos de miedo e incertidumbre que vivió estando en aquel establecimiento: “Esto es algo que me va a dejar marcado. Yo estaba en el estanco Donde Migue con mi hermano y tres primos más. Me senté mirando hacia la tienda que está frente del estadero y después comencé a escuchar los disparos. En ese momento corrí, pero sentí dos quemones en la pierna y fue cuando me desplomé en la Vía 40”.

El suceso, en el que seis personas fueron asesinadas y otras dos más resultaron lesionadas, pudo haber sido más trágico, pues según Josimar Andrés “el estanco estaba repleto de gente. Gracias a Dios mi hermano y mis primos no se vieron afectados”.

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“Desde niño andaba con Edwin, de hecho nosotros teníamos un equipo y jugábamos juntos (...)  él, que se dedicaba a cortar cabello, aprendió a ser barbero motilándonos a nosotros. A Henry también lo conocía desde hace un tiempo, pues él trabajaba en temas de comidas rápidas cerca de esta zona, yo conocí a su familia y me parecía una excelente persona, realmente me duele mucho lo que le sucedió”, expresó Jossimar.

El joven realizó un llamado a las autoridades para que se haga justicia y se esclarezcan los sucesos: “Es una tragedia y espero que no quede impune y se aclare lo que sucedió. Me dolió y me llenó de impotencia escuchar cómo asociaban a muchos de nosotros con bandas criminales, quisiera que se retractaran porque cinco de ellos (asesinados) eran personas perseverantes, responsables, sin problemas con nadie, y me parece injusto que los juzguen, incluso a mí, sin tener algún tipo de fundamento”.

Casquillos en la escena

Peritos de la Sijín que adelantaron la inspección en la escena de la masacre confirmaron a AL DÍA que se recopilaron alrededor de 25 casquillos de munición calibre 9 milímetros, lo que evidencia o demuestra lo brutal que fue el ataque. Eso sin incluir lo que recopiló el CTI de la Fiscalía, ente que también participó de manera conjunta en las labores de revisión de la escena. En el día de ayer, la fuente policial señaló que el material de balística y otros elementos hallados en la escena fueron llevados al laboratorio de la Regional No. 8 de la Policía para su análisis técnico. Por otro lado, investigadores continúan en la búsqueda de la camioneta que fue usada por los criminales la madrugada del lunes.

¿El blanco del ataque?

Jorge Eliécer Pardo Hernández, de 33 años y apodado ‘El Cachaco’, sería el miembro de ‘los Costeños’ contra quien iba dirigido el ataque de la madrugada del lunes.

Según información suministrada por las autoridades, el individuo, quien tenía prisión domiciliaria y debía cumplirla en el barrio Los Robles de Soledad, fue citado en el negocio ‘Donde Migue’ de Las Flores, al parecer, con el fin de encontrarse con otros miembros de la banda.

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De momento, todo parece indicar que el hombre llegó al lugar y no estableció contacto con las otras víctimas, al menos no con los muertos. Sin embargo, esto es investigado por las autoridades. AL DÍA conoció que con los videos de las cámaras de seguridad se trata de establecer qué fue lo que hizo el individuo desde su llegada al sitio durante la noche del domingo. Sobre su proceso vigente en Fiscalía y por el que tenía prisión domiciliaria, este medio conoció que se trataba del delito de concierto para delinquir agravado y extorsión. Empero, las autoridades informaron que este era un “viejo conocido”, pues desde 2008 empezó a escalar en el mundo criminal.

Incluso, en prensa aparece un registro noticioso de noviembre de 2013 en el que Pardo Hernández cayó detenido en el barrio San Felipe por movilizarse en un carro con armas de fuego sin permiso para porte. En esa oportunidad, personal de la Sijín al revisar los antecedentes y anotaciones judiciales de los capturados, encontró que Pardo tenía detención domiciliaria por el delito de hurto calificado agravado, y en una de sus piernas llevaba puesto un brazalete electrónico del Inpec. Al hombre le figuraron en ese momento otras anotaciones judiciales por hurto y porte ilegal de arma de fuego.